Entrevistador: Empezamos. Si me puede dar su nombre y su título y todo un poco. Carlos Henríquez Consalvi: Carlos Henríquez Consalvi, conocido socialmente como Santiago. Soy director del Museo de la Palabra y la Imagen y fundador y voz de la Radio Venceremos en El Salvador. Entrevistador: ¿Cuál fue su papel en lo que ocurrió en El Salvador con la guerra civil? Carlos: Luego de participar como estudiante de periodismo en las luchas sociales en Nicaragua me traslado en diciembre de 1980 a El Salvador con la finalidad de fundar una emisora clandestina que acompañara la lucha del pueblo salvadoreño junto al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Yo llego el 24 de diciembre de 1980 a El Salvador. Inmediatamente me traslado a las montañas de Morazán y allí comienzo como la voz de la radio a construir ese medio de comunicación insurgente. El 10 de enero de 1981 hacemos la primera transmisión. Es una larga historia que dura 11 años en las montañas al lado de la emisora que cumple un importante papel informando en un entorno en que había censura, donde había paralelamente una sistemática acción represiva contra los movimientos sociales, masacres contra las poblaciones campesinas. En ese sentido, la radio juega un papel de denuncia de violaciones a los derechos humanos. La radio se convierte en un hilo invisible que une a la insurgencia con la población que le apoya en esa lucha. Entrevistador: ¿Cómo fue fundada la estación de radio? ¿Qué equipo, de dónde los recursos? Quizás de las redes sociales que ayudaron a empezar, ¿quiénes fueron los--? Carlos: La radio comienza con un antiguo transmisor de la Segunda Guerra Mundial, un Valiant Viking, con muy pocos recursos tecnológicos que a lo largo de los años va técnicamente mejorando. Se transmite al inicio en la banda de los 40 metros en siete megahercios. Siendo onda corta la radio se escuchaba en cualquier parte del mundo cuando hubiesen buenas condiciones atmosféricas. Posteriormente avanzada de la guerra civil se transmitió en FM, en frecuencia modulada. La radio comienza a emitir en una zona campesina en el departamento de Morazán. El primer reto que tiene la radio es sobrevivir en tiempos de guerra en un país tan pequeño como El Salvador cruzado de carreteras, con puestos militares en todo el país, sin selvas, sin montañas inexpugnables. Lo que permite que este experimento de comunicación perviva durante 11 años, nosotros lo ubicamos en la consigna que lanzamos en ese momento, "Las montañas para la radio será la gente, será la población". Así fue. La población de la zona se incorporó mayoritariamente a los campamentos guerrilleros. Era una zona bajo control insurgente, pequeña, pero bajo control insurgente. Allí permanecimos con mucho apoyo de la población que era la que suministraba o trasladaba lo que necesitabas para operar en una radio clandestina, que es un saco de frijoles, un saco de maíz y gasolina. Eso todo lo trasladaba la población de la zona que nos apoyaba. Entrevistador: ¿Era un apoyo de la comunidad, todos se reunían y juntaban recursos para ayudar a la estación a sobrevivir en ese tiempo? Carlos: Trasladaban los recursos. Entrevistador: ¿Estaba localizada en Morazán, dijo? Carlos: Sí. Entrevistador: ¿Qué tipo de edificio era? ¿Era una casa? ¿Dónde era donde estaba localizada la estación? Carlos: Siendo una radio insurgente a cielo abierto, bajo las estrellas. Para protegernos de los bombardeos cuando llegábamos a un campamento se excavaba en la tierra y se hacía un refugio antiaéreo para evitar los bombardeos o para protegerse de los bombardeos. Cuando había mayor tranquilidad usábamos alguna casa campesina abandonada. Entrevistador: Leí en su libro que destruir la estación era la prioridad del Gobierno, ¿había muchos ataques contra la estación? ¿Había muchos intentados? Carlos: Evidentemente hubo mucha persecución por parte de la fuerzas armadas. Durante la administración Reagan y las misma fuerzas armadas habían tratado de crear una matriz de opinión en el sentido de que la insurgencia estaba derrotada, que estaba huyendo hacia Honduras. El hecho de que la radio apareciera todos los días desmentía esta idea por cuanto la radio entrevistaba a prisioneros de guerra, entrevistaba a algún coronel cuyo helicóptero recién había sido derribado. Es decir, la radio transmitía lo que estaba sucediendo en ese momento que no era otra cosa que territorios insurgentes en expansión. La radio, por supuesto, era un objetivo militar que fue muy perseguido durante los 11 años. Hubo atentados, bombardeos, operativos militares exclusivos para la radio. Entrevistador: ¿Directamente e indirectamente la estación ayudó el movimiento indirectamente hablando de lo que estaba pasando, lo que no hablaban los medios masivos? Carlos: Claro. La radio en un momento se plantea el gran reto de la credibilidad porque el adversario y las fuerzas externas que lo apoyaban argumentaban que todo lo que decía la radio era producto de la propaganda insurgente. Hubo que hacer un gran esfuerzo, llevar los micrófonos de la radio al campo de batalla, entrevistar a los combatientes, a los prisioneros que se estaban tomando, entrevistar a la población civil. Fundamentalmente informar sobre lo que estaba sucediendo detrás de las líneas de juego donde no llegaba la prensa internacional. Llega un momento en que la radio fortalece esa credibilidad y se convierte en un referente indispensable, fundamentalmente para la prensa extranjera que captaba las noticias de la radio y las transmitía por cable a todo el mundo, los editoriales, las posiciones políticas, las informaciones. Entrevistador: ¿No era solamente la palabra del Gobierno, sino también tenía el acceso a la palabra del pueblo, de los insurgentes, de lo que estaba ocurriendo atrás de las líneas? Carlos: Sí. Entrevistador: Directamente a los ejércitos insurgentes, ¿cómo le apoyaban? Quizás información de dónde habían retenes, ¿tácticas, no había influencia así o apoyo así de la radio? Carlos: Sí, la radio fundamentalmente informaba sobre lo que estaba sucediendo en el país. La radio tenía contacto con todos las pequeñas unidades guerrilleras que tenían un radio de comunicación. La radio concentraba muchísima información de todo el país. La radio hacía denuncias de violaciones a los derechos humanos. La radio jugó un papel muy importante cuando en diciembre de 1981 ocurre la masacre de El Mozote donde el batallón Atlácatl formado acá en los Estados Unidos comete una de las masacres más grandes que recuerde en América Latina donde asesinan a 400 niños y alrededor de 600 adultos, en total 1.000 personas. Esto trató de ser ocultado fundamentalmente aquí en los Estados Unidos donde había un debate en el Congreso si se seguía o no la ayuda militar al ejército salvadoreño. En ese contexto, funcionarios de la administración Reagan negaron que la masacre de El Mozote hubiese sido realizada. La radio jugó un papel muy importante entrevistando a los sobrevivientes, entrevistando a Rufina Amaya que fue una de las sobrevivientes y dando los nombres. Ese fue un papel muy importante de la radio en relación a violaciones a los derechos humanos que yo creo que en alguna parte al hacer denuncias cada vez más se le ataba las manos a la fuerza armada para que no la siguiera cometiendo. Sin embargo, a lo largo de la guerra hubo más de 200 masacres colectivas. Entrevistador: ¿Cuál fue uno de los momentos más decisivos de lo que ocurrió con la radio? Una memoria que a usted se le resalta que se acuerda muy fuerte. Carlos: Quizás hay como tres momentos que en la memoria quedan muy tatuados los hechos. El primer día de la transmisión, el 10 de enero de 1981 cuando se encienden los motores, tengo el micrófono frente y comienzo a informar que comenzaba en ese momento una ofensiva en todo el territorio nacional y llamando al pueblo a levantarse en contra de esa historia de 60 años de gobiernos militares que se entronizaron en El Salvador. Otro momento es cuando entramos al caserío El Mozote, micrófono en mano y vemos todo el destrozo y las huellas de la masacre que la fuerza armada cometió allí. Es un hecho para mí que me marcó muy profundamente. Ver a los niños y ver toda esa maldad que me recordó mucho a Mỹ Lai en Vietnam. Otro momento que también está muy ligado a la memoria se da el 16 de enero de 1992 cuando bajamos de la montaña y colocamos los trasmisores en la torre de la catedral para informar que la guerra había finalizado, que los acuerdos de paz se estaban firmando en ese momento. Entrevistador: ¿Usted tenía ya experiencia con esto? Porque ayer solo mencionó que en Nicaragua también formó parte de una estación clandestina igual. Carlos: Sí, siendo estudiante de periodismo voy a Nicaragua y trabajo una vez derrotada la dictadura. Primero, antes escribo en periódicos contra la dictadura y participo en jornadas con otros jóvenes estudiantes, jornadas de lucha contra la dictadura de Somoza. Cuando cae la dictadura comienzo a trabajar primero en barricadas, como fotógrafo estuve algunas semanas. Posteriormente me incorporo a La Voz de Nicaragua, que era la voz del gobierno revolucionario. Luego tengo otra experiencia corta de radio, pero muy corta en la costa atlántica. Entrevistador: ¿Qué experiencia fue esa? ¿Cómo fue? Carlos: Fundar una radio miskito español en la costa atlántica nicaragüense que cubriera, que informara y que jugara un papel político allí en esa zona de Nicaragua. Entrevistador: ¿Luego cómo fue que llegó a El Salvador? Carlos: Luego yo cuento que la muerte de monseñor Romero originó en mí una especie de llamado de atención hacia lo que estaba sucediendo en El Salvador y contacto a jóvenes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN. Lo contacto en Nicaragua e inmediatamente armamos un proyecto. En una semana se armó el proyecto para montar una radio insurgente ya que estábamos a punto de ser testigos del inicio formal de la guerra, si se quiere decir así. Inmediatamente de Managua viajo a El Salvador y me interno en las montañas de Morazán. Entrevistador: ¿Cuál fue uno de los momentos que le da más orgullo a usted de su rol, de su papel con la radio? Carlos: Fundamentalmente ese contacto que tuvimos con la población. Haber estado en Morazán durante todos esos años para mí fue una gran escuela donde compartí con la población campesina, una población campesina con valores éticos y morales extraordinarios. Con ellos comprendí el valor de una tortilla partida en cuatro para alimentar a un grupo luego de varios días sin comer en operativos militares. Yo creo que eso fue lo que más me llena de recuerdos. Ese convivir con una población campesina que entregó tanto sacrificio, que a pesar de las masacres, a pesar de los sacrificios fue una población civil que fue protagonista de esa lucha social que definitivamente cambió la historia de El Salvador. La guerra civil y esa lucha es en la historia del país el evento más importante. Entrevistador: ¿Hubo unos momentos de decepción, cuando sentía que no iban a poder lograr sus metas, donde quizás cuestionaba lo que estaba haciendo o un poco de--? Carlos: Yo recuerdo que en 1984, ya la guerra había avanzado tres años y la fuerza armada lanzó sobre nuestro campamento un ataque de helicópteros. Yo tuve una pequeña herida en la garganta, me tuvieron que enviar al hospital. Desde el hospital tuve que transmitir para no darle a entender al adversario que nos habían tocado, que nos habían encontrado y atacado. Ese fue quizás el momento más difícil de la guerra. Herido, en medio de la lluvia, donde quizás nos hicimos la pregunta, "Bueno, y ¿esto cuándo va a acabar?". Momentos como ese quizás se repitieron otras veces, pero fundamentalmente teníamos la convicción de que estábamos luchando por algo justo y necesario. El ejemplo que recibíamos de la población, su estoicismo y su perseverancia en la lucha nos daba fuerzas de nuevo. Entrevistador: ¿Cómo ha impactado esos eventos y su participación en eso en su vida ahora? ¿Cuáles han sido los efectos de su papel en ese movimiento ahora? ¿Cómo cree que ha informado su vida ahora? Carlos: Yo creo que hay una coherencia entre ese pasado y el presente. Durante toda la guerra yo tuve una tendencia hacia conservar la memoria de esos momentos sabiendo que las nuevas generaciones algún día tenían que estudiarlas, conocerlas. Tuve el cuidado de ir guardando uno a uno los casetes que íbamos grabando en la Radio Venceremos y los íbamos sacando por las montañas o enviábamos cajas con casetes a la costa y de ahí en lanchas se iban hacia Nicaragua. Alguna lancha se hundió y se perdió algunos casetes, pero sí conservamos gran parte de ellos. Se hicieron films, documentales, se hizo mucho video. Recogimos muchos manuscritos, diarios de guerra. Al finalizar la guerra fundamos lo que conocemos hoy como el Museo de la Palabra y la Imagen que atesora todos estos archivos documentales que hoy son una valiosa fuente historiográfica. Entrevistador: ¿Cuál cree usted que es el valor de tener esa--? Habló un poco de eso ayer, pero para ponerlo un poco aquí, el valor de tener esa memoria en los archivos. Carlos: En estos momentos hay una gran atención hacia el proceso social salvadoreño, hacia el proceso histórico, hacia su pasado, su presente y su futuro. Hay un gran interés del mundo académico, de estudiantes de historia, antropología, de ciencias sociales que recurren a esos archivos para sus investigaciones. Fundamentalmente para apoyar el trabajo que hacemos con los jóvenes, con las nuevas generaciones que se hacen preguntas sobre ese pasado y que encuentran en las exhibiciones, en las publicaciones y en los films documentales que produce le museo herramientas muy importantes para acompañarlos en sus procesos formativos. También son herramientas que ayudan a los docentes a trasladar historia y memoria en las aulas escolares. Hemos originado un impacto importante en el sistema educativo salvadoreño al lograr introducir en la currícula escolar y en el ámbito de las aulas el estudio de esta parte tan importante de la historia. Entrevistador: Cuando estuve en El salvador este verano estuve en la UES cuando tuvieron una celebración de la revolución. Sería en agosto o en julio, era como una feria con muchos eventos de la revolución, mucha gente hablando de su papel, estuvo bonito. ¿Cómo quería ser usted recordado por la historia? ¿Cómo quisiera usted que la historia salvadoreña conozca su rol en la guerra? Carlos: Yo he escrito varios trabajos donde narro mi papel en este proceso. Yo creo que a través de los libros los más jóvenes son los que pueden hacer las valoraciones sobre el papel, a través de mi papel, a través de La Terquedad del Izote, de Luciérnagas en El Mozote. Bien, yo dejo a las nuevas generaciones que saquen sus propias conclusiones, buenas o malas, sobre lo bueno que hice y lo malo que hice. Entrevistador: ¿Que la sociedad salvadoreña, los jóvenes lo juzguen a usted y que ellos hagan su opinión? Carlos: Sí. Entrevistador: ¿Cómo cambió a usted lo que vio usted en la guerra o lo que participó cómo lo cambió? ¿Hubo cambios en usted cuando llegó de Nicaragua a El Salvador o cree que no le afectó de ninguna manera o sí le--? ¿Cuál ese--? Carlos: Yo creo que esta experiencia es una experiencia para un joven que llega a El Salvador a incorporarse a una lucha es una experiencia formativa. Allí en ese tiempo-- Entrevistador: ¿Qué edad tenía cuando llegó? Carlos: Veintitantos años, tendría que sacar la cuenta matemática. Es decir, esa etapa es una etapa muy rica en debate. Todos los días se escuchaba la radio y posteriormente se debatía. Para mí fue una escuela. Yo no pude seguir yendo a la universidad. Para mí esa fue una escuela de formación, una escuela política. También en el ámbito de los valores creo que fue una escuela muy importante que fortaleció las visiones de cambio social que uno enarboló en ese tiempo. Creo que de alguna manera contra formaciones porque el mundo ha cambiado, las mantengo. Yo creo que la coherencia en la vida de las personas es muy importante. En la medida de lo posible he tratado de ser coherente con lo que hice en el pasado y con lo que hago en el presente, esta vez desde otro lugar que es el Museo de la Palabra y la Imagen, que por otra parte es un proyecto de comunicación, ese es mi radio ahora. El museo me permite junto a mi equipo diariamente comunicar. Comunicar memorias, comunicar historia, comunicar cultura y comunicar valores, sobre todo ahora que estamos trabajando con jóvenes formando redes juveniles de defensa de sus derechos y en procesos de formación sobre memoria histórica. Entrevistador: ¿Cuáles han sido quizás las lecciones importantes que usted ha aprendido de su parte en el museo? Carlos: Esa pregunta me la hacen muchos estudiantes de periodismo que dicen, "Bueno, per y ¿qué nos puedes trasladar como reflexión a partir de las lecciones?". Yo a los estudiantes de periodismo les digo, "Bueno, la única que yo les puedo trasladar es algo muy sencillo, a partir de la experiencia que hicimos. La radio jugó un papel estratégico, jugó un papel muy importante y para hacerlo no se ocupó más que un viejo trasmisor, un micrófono y dos grabadoras como un mixer. Ustedes ahora que tienen las nuevas tecnologías tienen muchas más oportunidades para hacer cosas". Les decía, "En resumen, no se necesitan grandes recursos para cualquier empresa humana de comunicación o de cualquier otro tipo", que lo importante son las decisiones, la voluntad de hacer y de transformar la sociedad. Entrevistador: ¿Cómo adquirieron ese equipo? Porque ha hablado del equipo, pero no sé cómo-- ¿Dónde lo consiguieron? Carlos: Se trajo de México. Era un viejo transmisor de la Segunda Guerra Mundial que era para telegrafía, pero fue convertido para transmitir. Se trajo de México clandestinamente en un vehículo. Entrevistador: ¿No tiene algo que usted lamenta, algo que pasó, que ocurrió, que lamenta que quizás hubiera--? Carlos: Los compañeros que cayeron. Esa es la deuda que uno tiene con la memoria. Fundamentalmente los primeros compañeros. Ver caer al primer compañero ese es el momento más duro de la guerra. Entrevistador: ¿Recuerda ese momento? Carlos: Sí, yo lo relato. Caímos en una emboscada, las fuerzas armadas nos quitó el transmisor de la radio. Ahí cayeron tres compañeros en combate defendiendo la radio, defendiendo el equipo. Entrevistador: ¿Dónde fue, en Morazán? Carlos: Claro, sí, todo en Morazán, 1981. Entrevistador: Les quitaron el transmisor, se lo llevaron el ejército y consiguieron otro. ¿Dónde consiguieron ese también? Carlos: Igual, es una cajita, no es muy complicado. Entrevistador: Redes sociales. ¿Había contacto con México, el FMLN tenía contacto con México y con Nicaragua? Carlos: Con todo el mundo, Nicaragua. Entrevistador: ¿Cómo se estableció eso? ¿Cómo fue que hubo esa comunicación entre varios? Porque de México de El Salvador es un poco lejos. Nicaragua no tanto, pero también ahí va. ¿Cómo fue que mantenían esa conexión de personas, de ideas y de equipo? Carlos: Ubícate en el momento histórico de Centroamérica donde Nicaragua tenía una gran relación con el movimiento revolucionario salvadoreño y de todo el mundo. La radio tenía oficinas en París, en Nueva York, la Radio Venceremos. Había una red de solidaridad muy grande. De aquí de Estado Unidos, de aquí de esta ciudad, de Austin, aquí lo estamos viendo en este congreso, cantidad de gente interesada y apoyando. Había una red de solidaridad muy grande donde enviar un transmisor era la cosa más sencilla del mundo, de montarla en un vehículo, esconderla y pasarlo. Entrevistador: Es que estoy pensando cómo se forman esas redes, cómo se manejan y cómo se mantienen porque sí es interesante. Se ve que están en Morazán, que es un área un poco aislada, porque he leído el libros cómo es, hay montañas alrededor y con el ejército, con los retenes quiero ver cómo llega la gente, cómo se pasaba, cómo mantenían comunicación, letras, libros. ¿Cómo fue ese proceso? Carlos: Comunicaciones de radio. Entrevistador: ¿La mayoría fue de radio? Carlos: Una red de apoyo muy fuerte, casas clandestinas en Honduras. A partir del apoyo popular las redes son infinitas. Entrevistador: ¿No hay nada que nos quiera decir que quizás no ha compartido antes? Carlos: No sé, ¿qué crees que no te he dicho? Entrevistador: No sé, una historia que usted nunca ha compartido o algo que quisiera decir porque esto es para el archivo, algo que usted-- Carlos: No, yo creo que con lo que hemos hablado es suficiente. Lo que sí creo es importante que a esta grabación se le una mi presentación de ayer que yo voy a dejar el video y la voz. Yo creo que las dos cosas deben estar unidas porque son complementarias. Entrevistador: Está bien. Muchas gracias por su tiempo. Fue un gusto hablar con usted. Carlos: Gracias por tu atención. Éxito en todo. Entrevistador: Gracias. Carlos: En tus estudios. Cuando vayas a El Salvador es imperdonable que no nos visites. Ahí te voy a dar una visita guiada. Entrevistador: Sí, está bien. Gracias.