[pausa 00:00:00] [conversación de fondo] Entrevistador: Podemos empezar aquí. Carlos René Mauricio: Muy bien. Entrevistador: Si me dice su nombre, su título y un poco de usted. Carlos: Mi nombre es Carlos René Mauricio. Nací en Ahuachapán, El Salvador, el 14 de febrero de 1952. Soy de un área del occidente de El Salvador en donde transcurrió mi niñez y esa área es especial, porque es allí donde precisamente fue el centro de la matanza que hubo en 1932. Entrevistador: ¿Qué áreas es esa? Carlos: El occidente de El Salvador. Entrevistador: ¿Cómo se llama el departamento? Carlos: Ahuachapán. La matanza fue en ciudades que comprenden el departamento de Ahuachapán y Sonsonate mayormente. Aunque hubieron otras ciudades del departamento de Libertad, etcétera, pero en realidad la matanza de 1932 se realiza en la parte occidental del Salvador, que incluye los departamentos de Ahuachapán y Sonsonate. La historia de la matanza del 32, yo la empecé a escuchar de niño. Eso es importante en lo que a mí más tarde me va a ser ya como adulto, porque la historia que yo escuchaba de parte de los adultos era una historia de terror, en la que ellos sostenían que los comunistas habían asesinado una gran cantidad de campesinos en 1932, que hordas enardecida de campesinos con machetes se habían metido a las ciudades, habían violado a las mujeres y habían asesinado a la gente. Cosa que no es así, cosa que es al revés. El asunto es que yo como un niño, dentro de lo que nos interesa aquí, que es la memoria histórica, yo empecé a escuchar precisamente la versión que daba el gobierno. La versión era que los comunistas habían matado a mucha gente en el 32. De ahí también escuchaba, dentro de la gente que contaba las historias, también escuchaba de un lado su odio hacia los comunistas por lo que habían hecho, pero también había una parte que era de temor de contar exactamente lo que pasaba. Había gente que no quería hablar de eso por las razones que fueran, porque era un niño y no entendía, pero en realidad eran la otra parte que habían sufrido, eran la parte que ya eran las víctimas. La vecina que yo conozco cuando soy niño, y que iba a su casa, porque ahí había una tienda, casualmente ella había participado en el levantamiento del 32 de parte del pueblo. Es la niña Julita Magaña la que a mí me aclara, yo como niño, me aclara que en realidad lo que yo había escuchado acerca de la matanza no era cierto. Ella me empieza a dar a mí las primeras luces de que había sido al revés, que el gobierno salvadoreño había llegado a la zona de Sonsonate y Ahuachapán a hacer el aniquilamiento de más de 30.000 campesinos. Es en 1932 y eso es lo que nosotros en la zona occidental de El Salvador, tenemos que vivir con esa historia. Esto es importante, porque cuando ya se va a dar la guerra en El Salvador, cuando ya la gente se organiza y hacen la guerrilla, por ejemplo la zona occidental, nadie quiere participar, porque es ahí donde se dio la matanza, es ahí donde la gente quedó aterrorizada. La gente que va a participar en el movimiento armado en los 80 es en el Oriente, en donde no ha habido este tipo de represión que fue tan grave, tan profundo como fue en el 32, en la zona de Occidente. Entrevistador: El oriente viene siendo como Morazán. Carlos: Morazán, exactamente. Entrevistador: Usulután. Carlos: Morazán, Usulután, San Miguel. La unión, ese es el oriente, allá con Honduras y un poquito con el Golfo de Fonseca, que tiene frontera con Nicaragua. Hay otro departamento que está también en la zona central, que es Chalatenango, que fue importantísimo. Chalatenango es por otras circunstancias que se desarrolla como centro guerrillero, es por las montañas, pero en realidad la gente en el occidente no quiere participar por el recuerdo que tiene del terror que hubo en 1932. Los que como yo, no participamos porque estábamos jóvenes, escuchábamos en la tradición oral lo que viene gente contando de cómo fue la matanza. Entrevistador: ¿Cómo llegó a participar usted? ¿Cómo usted quebró ese molde? Carlos: Lo que pasa es que yo me quedé huérfano bien niño. Mi madre murió cuando yo tenía 11 años y nosotros éramos una familia sin padre. Cuando yo tengo 11 años, mi madre muere de cáncer, entonces tengo que irme a buscar trabajo a San Salvador y da la casualidad que encuentro trabajo en la Universidad de El Salvador. En ese momento, la Universidad de El Salvador, es el año 1966, 65, 66, la Universidad de El Salvador estaba en una expansión física, que se llama precisamente el Departamento de Desarrollo Físico de la Universidad y yo encuentro trabajo de peón. Están construyendo la facultad de medicina y necesitan mano de obra. Yo tengo en ese momentito 14 años y encuentro trabajo de peón en la Universidad de El Salvador. Me pone en un lugar en donde era bien adecuado para mí como persona, porque daba la casualidad que a mí siempre me gustó estudiar. Yo siempre fui un niño dedicado, aplicado en las clases y por ejemplo, en todos los grados yo tenía primer lugar. Cuando llego a la universidad, acabo de terminar mi educación primaria, que es sexto grado y llego a un lugar donde realmente para mí es conveniente, porque yo tengo gran afinidad por los libros, gran afinidad por el estudio. Como trabajaba durante el día, yo tomé clases durante la noche. De manera que yo trabajaba en el día y estudiaba durante la noche. En 1972 yo terminé mi educación de high school y 1973 yo iba a entrar ya a la universidad como estudiante, pero en el período entre 1965, 66 que yo llego a la universidad, un muchacho joven de 14 años, tuve la enorme suerte de hacerme amigo de un poeta salvadoreño que se llama Roberto Armijo. Yo tenía un compañero de oficina que era de Chalatenango. Joel Celaya me lleva a mí a la librería universitaria, de la cual era director el poeta Roberto Armijo de Chalatenango. Cuando Roberto Armijo me ve llegar con su compañero, su paisano, su coetáneo, Joel Celaya, Roberto Tito Armijo erróneamente cree que yo soy de Chalatenango también, pero yo soy de Ahuachapán. Viene él, como yo soy empleado universitario y él es director de la librería universitaria, yo tengo crédito y el poeta, yo tengo la enorme suerte que el poeta, él mismo me escoge los libros que voy a leer. Yo como muchacho, no tuve la necesidad de buscar qué es lo que iba a leer, porque a mí me lo dio el poeta. Por ejemplo, me acuerdo que el poeta lo primero que me da leer a mí son los clásicos rusos. Por ejemplo, yo empiezo a leer a Gógol, Dostoyevski, a todos, a Gorki, a Tolstói, a León Tolstói, al otro, a todos los clásicos rusos. Como yo llegaba a platicar con él, porque a él le interesaba saber sobre mis lecturas, cuando yo llego a visitarlo a él, él está reunido con el grupo literario más importante que ha dado El Salvador, que es el Círculo Literario Universitario. Yo como muchacho de 16, 17 años llego y me junto con ellos, no para participar, porque mentiría. Llegaba a oír lo que ellos hablaban y en ese grupo, cuando ellos se reúnen a fumar, a tomar café, a platicar de literatura y de política, las pláticas sobre el Che Guevara, las pláticas sobre Fidel Castro, las pláticas sobre Neruda, las pláticas sobre Vallejo, yo estoy ahí presente. Yo no participo, porque soy un muchacho. Sin embargo, tengo acceso a la plática que tienen ellos. Ahí está el Círculo Literario Universitario, que son en ese momento Pepe Rodríguez Ruiz, Ítalo López Vallecillos, Tito Armijo, Tirso Canales, Matilde Elena López, Alfonso Quijada Urías, Manlio Argueta que va a ser posteriormente uno de los escritores más importantes de El Salvador, está en la Unión Soviética y Roque Dalton, que es en este momentito el más importante de la literatura salvadoreña, está en Cuba. Posiblemente estaba en Checoslovaquia, pero el asunto es que yo tuve la suerte que me junté con esta gente y a través de ellos yo pude descubrir no solo la literatura, sino también el mundo político. Cuando yo estaba trabajando, porque después de ser peón, me pasaron a trabajar a la oficina, ahí me junté con un personaje que fue muy querido dentro de la dirección sindical salvadoreña, que es Oscar Gilberto Martínez. Durante la jornada de apoyo a los maestros en huelga, que yo participé-- Oscar Gilberto Martínez ha venido de la Unión Soviética, él es probablemente en ese momentito de la dirección central del Partido Comunista. Es a través de él y otros compañeros que a mí me dan literatura para que me pueda educar. Ya yo puedo leer, por ejemplo, textos marxistas, asisto a algunas clases en donde hay talleres de educación marxista y ahí yo puedo entender algunas cosas. Además, la universidad misma en sí es un pensamiento de izquierda. Entrevistador: ¿La US? Carlos: La US, sí. Ahí hay un pensamiento de izquierda, todo lo que se oye, todo lo que se habla y todo lo que se manifiesta, es una literatura de izquierda que existe, izquierda política, naturalmente, entonces yo tengo la posibilidad de educarme en ese sentido. Mi participación en el sindicato también fue importante, porque a raíz de que ahí estaba Oscar Gilberto Martínez, en la oficina donde yo trabajaba, él me influencia para que yo pueda participar en el sindicato, porque en ese momentito él era uno de los dirigentes sindicales más importantes de El Salvador. En 1968, si mal no recuerdo, había una huelga de maestros, que fue importantísima en El Salvador, que eso le dio completamente vuelta al escenario político salvadoreño, porque los maestros agarraron consciencia de realmente quiénes eran, y de la importancia del maestro en la lucha social. La huelga del 21 de junio del 68 fue importantísima en El Salvador. En los días que se estaba haciendo la huelga, hay unos días que los obreros de la Universidad de El Salvador también salíamos a apoyar a los maestros, ahí en mi presencia la guardia nacional capturó a Oscar Gilberto Martínez y tres días después encontramos su cadáver completamente destrozado por la tortura. Lo habían capturado delante de mí, yo soy testigo que a él lo capturó la guardia nacional. Entrevistador: ¿Usted lo vio? Carlos: Yo vi cuando a él lo capturó la guardia-- Entrevistador: ¿Qué sintió cuando vio eso? ¿Qué pasó por su mente cuando vio la fuerza del Estado capturar a ese--? Carlos: Sí, fue la guardia nacional, era el elemento represivo más grande que había en El Salvador, la guardia nacional. Realmente, a mí me dio miedo. Sinceramente me dio miedo ver que inmediatamente lo rodeaban los guardias y lo maltrataban a culatazos, que lo tiraban al suelo y lo esposaban. Me dio un miedo terrible, porque yo realmente me corrí del lugar. No solo yo, éramos bastantes y salimos corriendo. Aunque capturaron a otra gente, la otra gente sí aparecieron después, a Oscar Gilberto Martínez lo asesinaron inmediatamente porque él era dirigente sindical y además era miembro del Comité Central del Partido Comunista. Esto es lo que en alguna manera a mí me va forjando y me va haciendo sentir realmente mi posición de clase en la sociedad, de cómo yo entiendo de que yo soy obrero y tengo una consciencia de clase ya clarificada. Yo sé que soy miembro de la clase obrera en El Salvador, y ese es el pensamiento que a mí me ha acudido todo el tiempo. Yo siempre me he identificado en mi posición de clase. Nunca he tenido problema, yo sé dónde estoy parado. Eso me ha servido a mí mucho también posteriormente para entender todos los fenómenos que se dan alrededor. Cuando yo ya regreso a la universidad como estudiante, en realidad yo he sido dirigente sindical. Yo ya soy conocido dentro del ambiente universitario, dentro de los trabajadores, como dirigente sindical. Entrevistador: ¿En los últimos de los 60 y los primeros de los 70? Carlos: 70, yo entré a la Universidad de El Salvador como estudiante, yo fui trabajador hasta 1972, fui obrero en la Universidad de El Salvador, fui empleado. Lo que pasa es que el ambiente, el universo que existe en la Universidad de El Salvador en cuanto a la denuncia de la injusticia, eso también a mí me nutre y me hace ver las cosas con un pensamiento de izquierda, de tratar de encontrar explicación a lo que veo a mi alrededor a través de un método científico, a través del marxismo. Además de que yo ya era lector ávido, yo era lector voraz, yo leía todo lo que se me ponía en frente. El poeta Tito Armijo, cuando él se va para París, que va a ser maestro en la Sorbona posteriormente, ya he leído yo a los clásicos estadounidenses, Faulkner, Hemingway, ya a todos ellos los he leído, ya leí los clásicos europeos también, y me ha dejado leyendo literatura latinoamericana. Yo me acuerdo que estaba leyendo a Gabriel García Márquez, de ahí leí a Cortázar, de ahí leí a Vargas Llosa, de ahí leí a Borges, a Carlos Fuentes, etcétera. Entrevistador: ¿Qué fue el contexto que influyó su trabajo con la guerra civil, con el movimiento que--? Carlos: Cuando ya yo voy a ser adulto yo tengo un contexto bien grande, dentro de un contexto marxista, de análisis filosófico marxista, más también el contexto que me ha dado el haber leído tanto. Yo tengo una manera de que estoy leyendo todo lo que se me pone en frente. Lo que pasa es que en 1972, que yo soy empleado universitario, y la universidad es un centro de efervescencia y de pensamiento de izquierda, de investigación y de denuncia sobre todo, contra la dictadura militar. Es en la universidad donde por primera vez se habla abiertamente, con fotografías y con documentos, sobre la matanza del 32. Es ahí. Nadie ha hablado de eso hasta ese momentito, hasta 1970 es que en la universidad se empiezan a sacar documentos de la matanza del 32, comprueban que el ejército había llegado a la zona occidental, Izalco, Nahuizalco, Tacuba, Ahuachapán, a hacer el asesinato de la matanza. Entrevistador: Usted dijo que cuando estaba chico le contaron que la historia del gobierno era la equivocada, entonces aquí se ve confirmado por la educación de la universidad. ¿Qué fue el resultado de ver eso dos veces, de ver esa verdad que se realizaba? ¿Cómo le influyó saber eso? Carlos: A mí lo que me influye, más que todo, es el hecho de que tengo documentos científicos en mi mano. Para mí es bien importante las pruebas, las pruebas científicas. El hecho de tener, por ejemplo, documentos que comprobaban sin lugar a dudas que había sido el gobierno el que había ido a hacer la matanza, también me hace confrontar a mi familia y mi pueblo. Yo ya tengo 16, 17, 18 años, entonces yo llego allá con documentos y les digo, "No, esto no es como ustedes dicen, esto fue al revés, esto no es cierto. Miren, aquí están los documentos donde fue el gobierno el que vino a hacer la matanza aquí a Izalco, Nahuizalco, Sonsonate, Tacuba, etcétera". La respuesta de mi familia, diciéndome que eso era propaganda comunista, "Es propaganda comunista". "Esto no puede ser propaganda", les digo, "Miren, aquí están las fotos, aquí están los documentos, aquí están los testimonios". Eso me hace ver a mí también de cómo funciona el registro de la historia, de cómo también el gobierno tiene la capacidad de poder cambiar todo el curso de lo que son los acontecimientos, en términos de relatarlos, en términos de historia. El 19 de julio de 1972, yo era empleado universitario. Debido a la efervescencia que había en ese momentito y debido a un fraude colosal que habían cometido los militares-- Los militares en 1972 perdieron las elecciones, así, definitivamente las perdieron. Fue tanto el descontento de la gente contra los militares en el 72, que a pesar de que los militares rellenaron las urnas, a pesar de que cometieron un fraude, no lograron cubrir la cantidad de votos en contra de ellos, entonces tuvieron que hacer un fraude colosal. El descontento era tan grave, que el coronel Molina tuvo que intervenir la universidad y metió las tropas. 19 de julio del 72, yo allí estaba. Allí estaba yo y a mí me llevaron preso. Donde yo estaba, yo trabajaba para la Facultad de Medicina, ahí yo era empleado, en la Facultad de Medicina, entonces el 19 de julio me llevaron preso a la Policía Nacional. Entrevistador: ¿Qué pasó después de eso? Carlos: Ahí me tuvieron preso como quizás unas 18, 19 horas, más o menos. Entrevistador: ¿Cómo lo trataron? Carlos: El único maltrato que hubo fue al momento de la captura, que nos golpearon, luego nos llevaron a un lugar donde nos transportaron autobuses, nos llevaron a la Policía Nacional, en donde cuando nos bajamos, habían formado dos filas de policías y cuando nos bajábamos, nos golpeaban. Teníamos que pasar por en medio de las filas, y los policías nos pegaban puñetazos, entonces uno se tenía que cubrir. Entrevistador: ¿Era en San Salvador? Carlos: En San Salvador, sí, en la policía nacional. Entrevistador: ¿Como cuántos policías cree que eran? Carlos: Yo creo que algunos 15 y 15, o 20 y 20, porque eran dos filas, era como un túnel, tenías que pasar ahí por el túnel. Ellos te tiraban patadas, te tiraban puñetazos y todo. En realidad a mí me capturaron a mediodía, porque el ejército salvadoreño entró a mediodía a la Universidad de El Salvador y en la madrugada creo que me soltaron. El asunto es que eso viene a confirmar a mí que hay contradicciones en el gobierno. Hay cosas que yo entiendo, que a través del análisis que yo tengo capacidad de hacer, me doy cuenta que existen efectivamente contradicciones, y que efectivamente hay una cosa que se llama la lucha de clases, que es cierta y que es efectiva. Cuando abren la universidad en 1973, yo regreso pero como estudiante. Yo había sido trabajador hasta 1972 y en 1973 que abren la universidad, yo regreso como estudiante, pero yo había estado organizado. Yo ya sabía lo que era la organización, yo sabía lo que era un sindicato. Entonces en una forma natural, yo me organicé como estudiante. La universidad de El Salvador, a pesar de que el gobierno la había intervenido y había expulsado todas esas autoridades democráticas y de izquierda, los estudiantes universitarios siempre quedaron organizados. Las asociaciones estudiantiles siempre existieron y fueron muy importantes. Porque lo que ha pasado en ese momentito, es que a raíz de que los militares hicieron un golpe de estado, hicieron fraude electoral. Quiero decir hicieron fraude electoral y defraudaron la voluntad popular. Eso ayudó a que los grupos armados guerrilleros crecieran, porque la gente se dio cuenta que los militares salvadoreños, por medios pacíficos no iban a entregar el poder. Entrevistador: ¿Usted se involucró en uno de los grupos armados? Carlos: Todavía no porque son tan nuevos, son tan recientes, que en ese momentito la organización armada no llega directamente tan abierta. En este momento son clandestinos, un clandestinaje tremendo, ¿verdad? Sabíamos que había organizaciones armadas, sabíamos. Yo sabía. Eran tan incipientes y tan en ese momento de riesgo, que realmente no se sabía quién era. Estaban las organizaciones, pero no se sabía quiénes eran. Yo entro en la universidad, me organizo con las organizaciones estudiantiles, empezamos a trabajar. Yo me organicé más que todo con una organización que se llamaba Sociedad de Estudiantes Becarios Universitarios. Yo tenía una beca. Yo estudié, yo fui capaz de graduarme en la Universidad de El Salvador precisamente porque tuve una beca. Yo no tenía capacidad económica para pagarme la universidad. Me dieron una beca y a través de esa beca que yo mantuve durante los cinco años en la universidad, por eso me pude graduar. En realidad lo que pasó fue que dentro de la lucha universitaria, se empezó a dar un movimiento también en donde había un apoyo decidido a la lucha armada, de que se había llegado a la conclusión de que la lucha electoral realmente no llevaba a ningún lado. Entrevistador: ¿Cuál fue el momento que usted vio eso y dijo, "Ahora yo tengo que participar?" ¿Cuál fue el momento decisivo? Porque dice que la gente en lo popular sabía que había necesidad de-- ¿Dónde fue donde usted dijo, "Ahora sí, yo tengo que involucrarme en eso"? Carlos: Sí. Que conste, yo nunca estuve involucrado directamente en la lucha armada, ¿verdad? Yo apoyaba, yo apoyaba mucho. Mentiría si digo que anduve con un arma, no es cierto. Yo estuve apoyando a las organizaciones armadas decididamente y yo tuve participación también en algunos actos de insurgencia, por ejemplo. Aunque yo nunca manejé un arma, que conste, recibí instrucción militar. A mí me dieron instrucción militar, pero yo nunca participé en ninguna actividad armada. Sin embargo, yo participé en el transporte de armas, aunque no era guerrillero. Que no era guerrillero en el sentido de que tenía un arma o era clandestino. Yo tenía una vida legal. Lo importante es en este caso hacer notar de que mi participación, si bien es cierto que no participé en ninguna actividad armada directa, fue quizás el momento más importante que haber tomado un arma. Porque el transporte de armas, el guardar armas, el transportar a los jefes guerrilleros, por ejemplo, era de mayor importancia que tirar tiros. Entrevistador: ¿Para qué organización era, la FPL o--? Carlos: No. Un tiempo trabajé para un partido que llamaba PRTC, un pequeño partido y después trabajé para Resistencia Nacional. Entrevistador: ¿Dónde llevaba las--? ¿Para la PRTC a dónde llevaba las armas también para el otro grupo? Carlos: Dentro de la ciudad se movían las armas. Por ejemplo, en mi coche. Yo llevaba armas en mi coche, ¿verdad? Entrevistador: ¿Dónde los ponían? Carlos: Una de las cosas que hicimos, que fue importante, fue la oposición política salvadoreña, la oposición que de veras pudo haber evitado la guerra en El Salvador, era el FDR, el Frente Democrático Revolucionario. A ellos, los dirigentes del FDR, los van a asesinar en noviembre de 1979. A todos ellos los van a capturar y los van a asesinar. A ellos los moví en mi coche. El momento que van ellos conmigo, el ejército los andaba buscando. Si me paran a mí y me ven que voy con ellos, nos asesinan a todos. Yo por ejemplo, tenía unas actividades de llevarlos a la casa de mi compadre, otro ingeniero. Mientras toda la directiva del FDR sesionaba ahí, nosotros poníamos música ranchera y tomábamos cervezas para dar la idea que teníamos una fiesta. Claro que teníamos de toda la gente del FDR junta ahí. Era, te digo, una colaboración enorme, importantísima, ¿verdad? El movimiento de armas en que yo participé se hizo durante la insurrección de 1981. Yo me fui a Honduras. Desde Honduras se estuvo canalizando un paso de armas desde Honduras para San Salvador. Entrevistador: ¿Dónde llegaban las armas a Honduras? Porque Honduras tenía una dictadura. Carlos: Sí, una dictadura militar, no sé. Nosotros estuvimos en la frontera, nosotros llegamos a un pueblito de la frontera. Había gente que venían de Nicaragua. Por ejemplo, acordate que cuando en 1981 que se da la insurrección en El Salvador, ya Nicaragua ha triunfado. Nicaragua ha triunfado en el 79, los sandinistas. Lo sandinistas le dan un apoyo irrestricto a la revolución salvadoreña. Nosotros en la frontera recibíamos gente y se pasaban armas a través de la frontera para El Salvador, que otra gente las estaban recibiendo naturalmente. Yo estaba en esa parte, es lo que te quiero contar. Cuando ya yo me voy a graduar, por ejemplo, en 1979 que me voy a graduar, yo he participado en un montón de cosas. Yo he participado en organizar manifestaciones. Yo he hablado públicamente en contra del gobierno. Yo he denunciado el genocidio, el asesinato que está llevando el ejército salvadoreño en contra de la población civil salvadoreña. He hablado públicamente en las plazas, he tenido puestos de dirección en el Movimiento Estudiantil Universitario. Entrevistador: [unintelligible 00:27:02] Carlos: No. Como uno cree que eso está bien hacerlo. Uno cree que es justo que se denuncie. Es tanta la injusticia, que uno cree que es correcto denunciar. Aunque mataron a varios amigos míos, que conste, mataron a los dirigentes estudiantiles amigos míos. Por lo menos en 1975 salió una manifestación de la Universidad de El Salvador, el 30 de junio de 1975, una manifestación pacífica, porque el ejército salvadoreño ha invadido el Centro Universitario de Occidente, que es parte de la Universidad de El Salvador. Lo han invadido porque van a hacer una protesta. Meten el ejército salvadoreño en la Universidad en Santa Ana y nosotros en El Salvador salimos a protestar el hecho de que el ejército había invadido el Centro Universitario de Occidente. Salimos caminando 400, 500 estudiantes, no sé, el 30 de julio del 75, cerca del Hospital de Seguro Social, el ejército hizo una emboscada. Embosca a la manifestación y lo que yo recuerdo claramente, cuando yo iba ahí, era que han puesto los tanques, las tanquetas; entonces cuando están las tanquetas-- Las tanquetas tenían las luces prendidas. Cuando vamos caminando aquí, yo veo que empiezan a caminar hacia nosotros. Cuando empiezan a caminar hacia nosotros, nos desviamos, porque ellos venían aquí. Me acuerdo que los soldados, los guardias, corrieron a este lado, cortaron aquí. Yo me metí al hospital y otros no lograron entrar, pero los guardias empezaron a disparar. Esa es la masacre del 30 de julio del 75. Entrevistador: ¿Estaba ahí? Carlos: Yo iba ahí. Eso es lo que en alguna medida, me va dando a mí la idea de que en realidad hay una dictadura militar feroz, tremenda, con un orden social injusto, porque a raíz de que yo soy capaz de ver los documentos económicos que hay, en donde aproximadamente el 60 o 70% de tierra fértil en El Salvador era poseída por el 2% de la población; en donde los ricos salvadoreños eran dueños de los bancos, de las fábricas, de la tierra, de los edificios, de todo. En donde yo tenía el privilegio de estar estudiando, pero que había un montón de gente que no tenía para comer. Esa parte es lo que a mí más tarde me va a hacer que yo me incorpore directamente a la lucha. Ya yo como adulto decido definitivamente incorporarme a la lucha y colaborar con la guerrilla. A mí me dieron instrucción militar, yo recibí instrucción militar. Nunca tiré un tiro, que conste. Yo estaba preparado y mi participación fue a través de hacer un apoyo importantísimo a lo que hacía la guerrilla. Cuando se da, por ejemplo el triunfo de la revolución nicaragüense en julio de 1979, yo viajé a Managua con un grupo de estudiantes, pero en realidad a lo que habíamos ido allá era a apoyar a la guerrilla, que iba a tener su insurrección en el 81. La guerrilla salvadoreña iba a tener su insurrección en el 81, que eso fue un fracaso, por cierto. Esa es la manera en que yo ya tengo participación. Cuando estoy enseñando yo en la Universidad de El Salvador, ya soy maestro, me he graduado, ya estoy enseñando y el 26 de junio de 1980 mientras yo estoy enseñando, entra el ejército a la universidad nuevamente. La vez pasada, la primera vez, en 1972, básicamente lo que hicieron fue cambiar las autoridades, poner la policía universitaria para que controlara a los estudiantes y en un año la abrieron, esta vez no. El 26 de junio de 1980, cuando el ejército salvadoreño entra nuevamente a la universidad, se van a quedar cinco años y se va a quedar el ejército. La universidad la cerraron, aquí no es de que, "Vamos a cambiar las autoridades". No. "Aquí vamos a cerrar la universidad". El ejército salvadoreño se iba a quedar cinco años. Entran al campus universitario el 26 de junio de 1980, yo estoy ahí, yo estoy detenido ahí porque la guardia llegó y nos detuvieron, salimos protegidos por la Cruz Roja Internacional. Entrevistador: ¿Eso sucedió dentro de la universidad? Carlos: Sí, estábamos en la rectoría, nos sacaron y salimos hacia la calle protegidos por la Cruz Roja Internacional. Lo que pasa es que en ese momento yo ya tengo ganada una beca para irme a estudiar a Mérida, a Yucatán. En junio entra el ejército salvadoreño a destruir la universidad completamente, porque la universidad ya es objetivo militar en ese momentito, destruyen la universidad, queman los libros en la biblioteca, destruyen todo lo que pueden destruir, se roban todo lo que se van a destruir y la biblioteca central la ocupan como letrina, ahí llegan los soldados a cagarse en la biblioteca, ese es- Entrevistador: El simbolismo. Carlos: -el simbolismo de lo que significa para ellos la cultura, para los militares. Eso es importantísimo. Como yo tengo ganada una beca, me voy para México. Yo me voy para México en septiembre de 1980, fui a hacer una maestría en ciencias. Cuando regreso en diciembre, va a haber la insurrección, en enero va a ser la insurrección. Vengo yo, me piden a mí participar, que yo colabore con la guerrilla, yo colaboro con ellos en el transporte de armas. Entrevistador: ¿Con cuál guerrilla? ¿Era el PRTC? Carlos: En este con PRTC. Con ellos colaboro, porque lo que pasa es que una de mis compañeras pertenece al PRTC y es a través de ella que yo colaboro. Ella es guerrillera definitivamente, pero yo como soy público, yo soy maestro, voy a la universidad, tengo mi coche, salgo. Yo no estoy clandestino, yo soy siempre Carlos Mauricio. No tengo documentos falsos ni nada. Ella tiene otros documentos, ella es guerrillera, ella está clandestina. Yo colaboro en la insurrección, pero la insurrección fracasa. Yo llego tarde a clases a Mérida, porque llegué creo que dos o tres semanas tarde porque la situación estaba difícil. Había una represión terrible en San Salvador, porque después del fracaso de la insurrección el ejército empezó a asesinar por miles, entonces me costó salir de San Salvador. Yo me fui a México a continuar la maestría. Entrevistador: ¿Cuál insurrección fue esta? Carlos: La del 81. Entrevistador: ¿Dónde fue? ¿Me puede dar un poquito de contexto de esto, de dónde? Carlos: Fue a nivel nacional. Entrevistador: ¿Ese fue el primer levantamiento que fracasó? Carlos: Ese. La primera insurrección de 1981 fracasa. Fracasa precisamente porque el FMLN todavía no era una fuerza militar capaz de enfrentarse a un ejército profesional, por eso es que fracasa. Por eso es que yo sostengo que la guerra en El Salvador comienza hasta dos años más tarde, cuando ya el FMLN ha entrenado sus fuerzas, ha mandado gente a entrenarse a Cuba, a Vietnam, a Corea, a Libia y esos cuadros militares formados regresan y forman ya lo que va a ser el fundamento, la columna vertebral del FMLN. En el 83 sí. En el 83 ya el FMLN tiene capacidad militar de enfrentarse al ejército salvadoreño. En el 80 no, en el 81 no tenía. En el 81 eran tan poquitos y tan mal entrenados, que esa vez fracasó completamente la insurrección. No pudieron ellos, no pudieron, por ejemplo, atacar un cuartel y asaltarlo. Yo me regreso a México y sigo estudiando. Tengo que regresar a San Salvador porque quiero ver a mi familia también, pero también la Universidad de El Salvador me exigía a mí que yo periódicamente viniera a dar un informe sobre mis estudios, porque la Universidad de El Salvador me pagaba mi sueldo como maestro. Cuando regreso a San Salvador, me doy cuenta que la represión y el asesinato es grande. Han matado a mis amigos, han matado familiares míos, mis estudiantes, compañeros, pero yo tengo que regresar a México nuevamente. Me regreso a México, sigo estudiando, vuelvo a venir a El Salvador. Me doy cuenta nuevamente que la represión es abierta y me doy cuenta también ahí que en realidad la represión es planificada, que la represión no es de casualidad. Cuando yo me voy en diciembre del 80, que yo estoy-- En marzo han asesinado a Monseñor Romero, en noviembre asesinaron a los líderes del FDR y en diciembre asesinaron a mi jefe, que era el rector de la universidad. Yo me estoy en México, tengo que volver a San Salvador, vuelvo a México y me doy cuenta que la represión es terrible, que la represión ya es abierta, que los escuadrones de la muerte son los responsables del asesinato de casi 50 personas a la semana, civiles. Lo que están haciendo también es que capturan a la gente, así durante el día, para que vean que ellos lo han capturado, que el ejército, que la policía, que la guardia capturan a la gente,- Entrevistador: Para hacerlo visible. Carlos: -para hacerlo visible, porque al día siguiente van a tirar el cadáver en la calle. Tú sabes quienes fueron y tú sabes lo que le pasó. Eso se llama terror, el terror para que tú no te metas. Tú te metes, esto te va a pasar, pero yo me regresaba a México. Yo me regresaba, venía y me regresaba. En 1982 terminé mi maestría, me dieron mi título de Máster en Ciencia Animal Tropical y decidí regresarme a El Salvador, porque yo tenía también compromiso con la universidad. Entrevistador: ¿Tenía miedo de regresar? Carlos: No, en realidad no. En realidad no tenía miedo porque yo no había vivido la guerra. Yo me daba cuenta de que había represión, pero en realidad yo no había vivido la guerra, yo estaba en México. Llegaba y encontraba a mis compañeros, me habían dicho que habían asesinado a alguien, que desaparecieron a alguien. Cuando yo regreso, la primera vez que regresé fue más o menos en septiembre del 82, regresé la primera vez. Regresé a la universidad, di un informe de que yo había terminado mi maestría, me confirman en la universidad que tengo que regresar a enseñar, me regreso a Mérida nuevamente a recoger todos mis documentos, libros, papeles, tesis, todo lo que yo tenía en Mérida para llevármelos a El Salvador. Yo regresé a San Salvador en enero del 83 con todos mis documentos, todos mis papeles y todo, para instalarme como maestro. La junta directiva o las autoridades universitarias me habían pedido a mí que yo hiciera una escuela de maestría en la Facultad de Ciencias Agronómicas donde yo enseñaba. Yo venía con un título de máster, ahora yo iba a hacer una maestría. Entrevistador: ¿En la UES? ¿No la habían cerrado? Carlos: Sí, correcto, correctísimo, buena observación. Lo que pasa es que la Universidad estaba tomada por el ejército, pero nosotros funcionábamos en el exilio. Esa se llama la universidad en el exilio, porque nosotros fuimos capaces de graduar estudiantes, seguimos dando clases, rentamos edificios, rentamos locales y seguimos dando clases. Entrevistador: ¿Era una universidad clandestina? Carlos: No, no era clandestina. Era una universidad en el exilio, porque era pública, lo único que no teníamos era el espacio físico del campus universitario. Entrevistador: ¿El oficial? Carlos: Sí, pero, por ejemplo, la facultad de Ciencias Agronómicas, por decirte algo, funcionaba en la Colonia Layco, la Facultad de Medicina funcionaba allá en otra colonia, Atlacatl, por decir algo. Estaba regada la universidad, pero nosotros trabajábamos, nosotros dábamos clase, yo daba clases. Yo lo que estaba haciendo en ese momentito, era armar una maestría para que los ingenieros agrónomos de la Facultad de Ciencias Agronómicas no salieran como yo salí, sino que ellos ahí mismo hicieran sus estudios de posgrado. Yo iba a ser el director de la academia, yo iba a traer todos los maestros que habían sido mis maestros en Mérida, Yucatán, yo los iba a traer como profesores invitados. Iba a ser mucho más barato tener dos, tres profesores invitados por un mes, que se vayan y luego seguimos nosotros dando clases. En realidad ese es el momento más terrible de la lucha en El Salvador. Entrevistador: ¿83? Carlos: Sí, 83 porque es cuando ya el FMLN ha conformado un ejército popular. Entrevistador: Que son cinco grupos de los de [unintelligible 00:40:01] Carlos: Ya están organizados y son cinco grupos. La unidad no fue granítica, la unidad tenía sus problemas. En todo caso, lo que sí es cierto que en ese momento, el FMNL ya era capaz de dar una respuesta militar al ejército salvadoreño. Ya en ese momento habían regresado de Cuba todos los elementos de las fuerzas especiales que tenía cada organización. Muchos fueron a Vietnam, muchos fueron a Cuba. Eran cuadros militares probados, eficaces. El ejército salvadoreño tiene que cambiar su táctica de, por ejemplo, grandes matanzas en el campo, porque ya hoy sí la población salvadoreña tiene quien la defienda. El ejército salvadoreño cambia su táctica a grandes matanzas, pero sucedió un fenómeno interesante, que la población salvadoreña ve a su defensor, a la gente que los puede cuidar, a la guerrilla, la gente le tiene miedo al ejército porque llega el ejército, hace la matanza, violan mujeres, queman los ranchos, mata el ganado, queman los cultivos y se van. Los únicos que los defienden a la población civil indefensa, es la guerrilla. Es bien importante, porque dentro de la lucha salvadoreña, el hecho de que la gente haya visto en la guerrilla a sus defensores, es importante darle la vuelta la guerra, porque sin el apoyo de la población civil, la guerrilla nada es. La población salvadoreña le dio un apoyo inmenso a la guerrilla. Yo estoy en ese momento en San Salvador, estoy empezando mi programa, acabo de llegar. Todavía no me he incorporado yo a la lucha directamente, porque yo me voy a incorporar posteriormente. Yo me voy a incorporar a la guerrilla lo más probable. No lo he hecho todavía porque estoy apenas llegando, con todos los conectes que tengo, con la resistencia, con el PRTC, con la FPL. Los conozco a todos, yo sé quiénes son guerrilleros, todos, yo conozco toda la gente que son guerrilleros. En la Facultad de Ciencias Agronómicas, yo sé quiénes son, además conozco a los otros guerrilleros de otros grupos. Yo estoy recién llegado, y como estoy recién llegado me incorporo a la facultad, empiezo a trabajar y los estudiantes llegan a ofrecerme apoyo porque van a haber elecciones. Una de las posibilidades era de que a mí me eligieran autoridad de la Facultad de Agronomía, era una posibilidad. Los estudiantes me ofrecen a mí apoyo, porque yo he sido identificado con las luchas estudiantiles y también con la lucha de la izquierda. Un estudiante mío estamos así en el segundo piso, yo vengo de un curso que estaba teniendo en pedagogía, vengo el lunes 13 de junio de 1983, estaciono mi coche, me bajo, subo a las oficinas y están los estudiantes esperándome para decirme que ellos me van a apoyar si yo soy candidato a autoridad universitaria. Yo aquí bajo al primer piso, luego tengo que bajar todavía otro piso más porque las aulas están en la parte de abajo en donde yo voy a enseñar aquí. Cuando llego a hablar con mi otro colega que vamos a dar la clase, hay un grupo de estudiantes. Cuando yo estoy hablando con él, se acerca un tipo que ya estaba ahí, el tipo ya estaba ahí cuando llegué, él ya estaba ahí. Me dijo, "¿Es usted el ingeniero Mauricio? "Sí," le dije yo, "Hágame un favor, su coche está obstaculizando el mío", me dijo, "¿Me hace el favor de moverlo para que yo pueda irme? Aún no puedo salir". Faltaban cinco minutos para las cinco, me quedaba tiempo. Como yo tenía prisa porque quería regresar a enseñar las clases. Yo salí y el tipo me siguió, el tipo iba detrás de mí. Cuando yo llegué a las gradas para salir a la calle, como llevaba prisa, me salté a las gradas de dos en dos, salí a la calle. Él se quedó atrás porque no pudo saltarlo por la forma que venía, porque yo venía a prisa, él se quedó atrás. Yo salí a la calle, yo salí primero y salí mucho antes que él. Cuando yo llegué a la calle, me di cuenta que mi carro no estaba obstaculizando otro carro, mi carro estaba libre, dije, "Aquí algo raro pasa". Cuando yo también me di cuenta que el tipo no se había ido para su coche. Bueno, mi coche no estaba tapando ningún otro carro. Cuando yo me di cuenta que el tipo no se había ido para su coche y no lo vi, lo busqué y cuando lo busqué iba a agarrarme, el tipo me iba a agarrar. Entrevistador: Como un atentado, un- Carlos: Agarrarme por atrás, a trabajarme por atrás iba. Cuando yo lo vi que me iba a agarrar, yo lo empujé. Entrevistador: Lo quería secuestrar a usted. Carlos: El tipo cayó, dije yo, "Yo me regreso a la facultad". Porque este mismo tipo estaba en la calle. Cuando yo me quise regresar, salieron los otros y me cerraron el paso. Entrevistador: ¿Cuántos eran? Carlos: Más o menos como 16. Había vehículos militares alrededor. Esto te lo puedo contar porque el estudiante que estaba ahí arriba, me dijo que me iban a dar el apoyo si yo era candidato a la autoridad, él vio el secuestro y este iba a ser rector de la universidad después. Él fue rector, el rector pasado, él era el rector de la Universidad de El Salvador, se llama Rufino Quezada. Detalles que yo te estoy contando ahorita me los contó él a mí porque yo no lo sabía. Yo cuando empujo al tipo y me salen los demás, yo salgo corriendo. El problema fue que lo tenía que haber sido un operativo de aproximadamente 30 segundos, se les jodió porque voté al tipo. Él me tenía que haber agarrado, él me agarraba, me empujaba, me agarraban los demás y ahí estaba un panel esperando, me metían, se iban y se acabó, "¿El ingeniero Mauricio? Por aquí andaba, pero ya no está". Se jodió el operativo. ¿Qué pasó? Cuando yo salí corriendo, toda la gente se dio cuenta, yo salí corriendo, pero llevaba zapatos zafados, tenía zapatos mexicanos, una sandalia mexicana que el tipo me había agarrado, el que quedó en el suelo. Yo no podía correr, cuando corrí hacia la esquina me siguieron, yo me di cuenta que eventualmente me iban a capturar, para mí lo mejor era regresarme a la escuela, a la facultad. Cuando yo venía de regreso, me cerraron el paso, ahí sí, ahí ya estaba emboscado. Me agarré de un Volkswagen, del bumper de un Volkswagen y ahí empecé a gritar que me ayudaran, "Ayúdenme, ayúdenme". Me golpearon, me rompieron, me pegaron con las culatas de los fusiles y me tiraron al suelo, ahí me levantaron, ya completamente vencido. Mee levantaron, yo iba sangrando, me llevaron a un panel que estaba cerca, me metieron, me esposaron y me vendaron. Entrevistador: ¿A dónde se lo llevaron? Carlos: En realidad no me llevaron inmediatamente a donde me llevaban, yo no sabía a dónde me llevaban, lo que yo sabía era que me iban a asesinar, yo estaba seguro porque yo había visto mucha gente asesinada. Anduvieron por San Salvador porque tenían puestas varias trampas, varias celadas. Porque yo me acuerdo que llegaban, yo podía ver a través del espacio aquí entre el pómulo y la venda, podía ver a través de la ventana, podía ver los altos de los edificios. En en la noche cuando iba oscureciendo, yo solamente veía la lámpara de los postes, más o menos como a las-- Hicieron varias paradas. Entrevistador: ¿Usted estaba consciente para--? Carlos: Sí, estaba completamente consciente. Hay un momento en que me intenté escapar y se enojaron muchísimo porque yo me intenté escapar. Entrevistador: ¿Cómo? Carlos: Es que me pusieron las esposas para adelante y eso fue un error, me pusieron las esposas para adelante, yo me podía quitar la venda. Cuando yo creí que no había nadie, yo me levanto la venda, abro la puerta y salgo corriendo. Porque de todos modos me van a asesinar. Cuando me levanté la venda, tenía un guardián, ahí estaba el tipo, me estaba viendo, el tipo llegó, me apretó la venda y me puso la boquilla del fusil aquí en la garganta. Yo iba enojadísimo, porque eso me enojó mucho, dije, "Coño, ¿cómo es posible que me-- Voy esposado, voy en el suelo, voy herido". Iba sangrando y todavía me pone la boquilla del fusil en la garganta. Por favor, qué cobardía. Me llevaron por todo San Salvador y como a las 10:00 PM quizás, pienso yo, entramos a un lugar. Yo sabía que habíamos entrado a un lugar porque el eco del motor reverberaba, yo oí el eco del motor del carro, dije, "Entramos a un lugar". Entramos, se estacionaron, pararon el carro. Alguien abrió la puerta lateral del panel y me sacaron, me agarraron de las esposas y me sacaron, me revisaron la venda, me sacaron las esposas y me sacaron, yo no sabía dónde estaba. Cuando yo entré a un lugar, era limpio, de piso limpio, iluminado. Carlos: una de las cosas que me salva la vida es que cuando me llevan, me van empujando y cuando entramos a este lugar yo le dije a uno de los tipos, yo no sabía quiénes eran. Dije, "Mi suegro va a venir a buscarme". El tipo me dijo, "¿Y quién es tu suegro?", yo le dije, "El capitán José Elías Fermán, él fue subdirector de la Policía Nacional hace años". El tipo se puso a pensar. Hay un momento en que yo me acuerdo, que me llevaban unas gradas para abajo, pero se pararon. Me hicieron que me quedara ahí parado. Un tipo me tenía agarrado y otro fue a preguntar algo, ya no me llevaron para abajo como era originalmente sino que me llevaron para arriba. Yo podía ver el piso, yo me di cuenta que eran unas gradas, nada más iba subiéndolas, pero yo vi la grada. Naturalmente, me llevaron a una cámara de tortura, ahí me tuvieron. Ahí fue donde me llevaron a una cámara de tortura. Entrevistador: ¿Cuánto duró ahí? Carlos: Ahí estuve como 11 días quizás. Fue terrible. La tortura comienza cuando me hacen a mí escuchar que están torturando a otra gente. Dan electroshocks. Entrevistador: ¿Puede oír todo? Carlos: Todo. Puedo oír todo. Le están dando electroshock. Entrevistador: ¿A todas horas? Carlos: A todas horas, sobre todo en la madrugada. Ahí en un momentito son como las 12:00 AM, quizás 11:00 PM o 12:00 AM. Me doy cuenta que hay bastante capturados, están todos los capturados y puedo ver algunas cosas. Hay mujeres que las están violando, oigo los gritos de las mujeres que las están violando, a los hombres que les están pegando, a otros les están dando electroshocks, yo estoy en la lista de espera. Ahí estuve más o menos como 11 días y lo más terrible fue que ellos quieren saber de mi viaje a Cuba, esa la cuestión. Que cuándo yo había ido a Cuba. En la teoría de ellos, yo no había confesado mi participación como guerrillero porque a mí me habían entrenado para no confesar, esa es la conclusión. No que yo no era guerrillero. Yo no confesaba porque te han entrenado para no confesar. En realidad, yo tenía una información que no sé si ellos me la hubieran preguntado a mí, no sé si yo la hubiera dado, realmente ignoro, porque nunca me preguntaron. Yo conocía no una, ni dos, ni tres, yo conocía docenas de guerrilleros. Yo sabía quiénes eran guerrilleros. Yo conocía a comandantes de la guerrilla. Yo sabía dónde vivían los comandantes guerrilleros. Es un error porque yo no era guerrillero, pero yo lo sabía a raíz de que fui colaborador. El hecho de que a mí me hayan torturado por una cosa que no he hecho, yo siempre dije que no. "No, yo nunca he participado". Al final, te voy a contar una cosa, y esto te lo puedo contar porque como persona que es sobreviviente de ese horror, de haber sido torturado, yo puedo contar que al final las personas bajo tortura confiesan lo que sea. Las personas bajo tortura confiesan lo que los torturadores quieren oír, porque esa es la única manera de parar el dolor. Los torturadores están entrenados para causarte dolor físico, pero son estúpidos. Ellos no pueden a veces hilvanar lo que tú estás pensando. Ellos te pueden causar dolor físico, es cierto, para eso los han entrenado, pero no pueden a veces acorralarte, tú les sale adelante, porque usted eres más inteligente que ellos. Tú sabes lo que está pasando y tú les sales adelante. Yo tuve que aceptar el final que había ido a Cuba el séptimo, octavo, noveno día, fue terrible, a mí me destrozaron. "Está bien, pues". Entrevistador: ¿Nunca fue a Cuba usted? Carlos: Nunca he ido a Cuba. Está bien, fui. Entrevistador: Qué estaba pasando por su mente cuando-- ¿De dónde sacó su fuerza? Como lo dice usted, porque lo físico sí se puede causar cualquier dolor, pero la fortaleza de su mente, de su pensamiento. Carlos: Fíjate que eso vino dado por dos razones. Una, porque cuando dejaban de torturarme, en realidad mi mente no se quedaba en la cámara de tortura, mi mente se salía. Yo siempre me salí de la cárcel, yo siempre anduve visitando a mis amigos, visitando mi pueblo, haciendo otras cosas, en mi mente. Ahí estaba mi cuerpo, pero mi mente se había ido. Yo me salí de la prisión a visitar mi pueblo, me iba a México, revivía libros, etcétera. Eso me permitió en alguna medida sobrevivir. Yo te voy a decir una cosa, en el momento de mi captura yo estaba resignado a que me mataran, si me van a matar que me maten, ¿qué vamos a hacer? Esta es la posibilidad, esto es una consecuencia de oponerse a un régimen como el régimen militar. Tú tienes que saber que eso te puede pasar. Yo sabía que yo había participado en actividades subversivas, como le decían ellos. Yo sabía que yo había colaborado con la guerrilla y que yo tenía parte de responsabilidad en lo que me podía pasar, si ellos me asesinaban es parte de la posibilidad. Yo estaba completamente de acuerdo en un momento de que me asesinaran. Entrevistador: Dispuesto a morir por- Carlos: Si me asesinan, que me asesinen, porque la verdad es que esta historia te la está contando una persona que es de los pocos sobrevivientes que han habido. Yo estaba seguro que me iban asesinar. Cuando los tipos me empiezan a torturar, me empiezan a pedir información, me di cuenta que efectivamente no me iban a asesinar inmediatamente, que ellos lo que querían era sacarme información. Dije, "Me van a torturar para sacarme información". El asunto ahí para mí, ¿qué era? Ahora, ¿cuál es la información que van a querer? El error de ellos fue que me capturaron muy pronto y me capturaron con una información falsa. Alguien les dijo que yo había venido de Cuba y no era cierto, yo no había venido de Cuba yo estaba en México. Ahora, si ellos me preguntan a mi, por ejemplo, "Nosotros sabemos que tú has has colaborado con la guerrilla y has movido en tu coche a los líderes del FDR, eso era cierto. Ahí sí me hubieran agarrado, de ahí no hubiera tenido para dónde agarrarme. Había tenido que inventar alguna cosa o qué sé yo, confesar o qué sé yo. Nunca me preguntaron sobre lo que realmente yo sabía y yo no les iba a decir tampoco. Cuando los torturadores te han llevado a un momento que ellos saben que ya no aguantas, hay momentos que tú ya no aguantas, porque muchas veces uno aguanta dos, tres días de tortura, golpiza y todo lo aguantas. Cuando ellos se dan cuenta que tú ya no aguantas, cuando se dan cuenta que ya te quebraron, porque te quiebran ya, es el momento que tú les dices que te maten, dices tú, "Yo no aguanto, mejor mátenme". Porque ese es el alivio que tú buscas, es precisamente, que ya no te torturen y el único alivio que llega es la muerte. Yo les pedí que me mataran. Allí se dieron cuenta que ya me habían quebrado, que ya estaba dispuesto a confesar cualquier cosa. "Hágame un favor, máteme". Pero, me dejaron colgado. Le dije, "No, no se vayan, máteme". Entrevistador: ¿Qué edad tenía? Carlos: 31 años tenía yo entonces. 1983. Allí no me mataron, ahí me dejaron colgado más tiempo. Arrecian la tortura porque saben que cuando tú pides que te maten es porque ya perdiste la esperanza. Le dije a un tipo, "Máteme, por favor, que ya no aguanto". Se fue, fue a traer a su jefe. Llegó el jefe y se quedaron viéndome esperando y esperaron, después le dije, "Efectivamente, yo fui a Cuba. Ya no me torturen, yo fui a Cuba". El tipo me dijo, "Ahora me tienes que decir quién fue contigo. ¿Quién te dio el pasaporte? ¿Quién te dio el dinero ? Me tienes que decir, ¿en qué campo de entrenamiento militar estuviste en Cuba?". Mi respuesta fue, "Yo nunca he estado en Cuba. Estoy diciendo esto para que no me torturen, pero yo nunca he estado en Cuba". No me creyeron, me siguieron torturando. Como tengo mucha suerte, porque esa es la única razón por la que estoy vivo, además de otras. Decidieron pasarme de la sala de torturas a las celdas comunes. Cuando me sacaron de la cámara de tortura me sacaron y me quitaron la venda, yo estaba en la Policía Nacional, en donde yo había estado anteriormente, en el 72, "Estoy aquí ya en la Policía Nacional". Efectivamente, a mí me habían secuestrado miembros de la Policía Nacional y efectivamente me habían torturado miembros de la Policía Nacional, yo estaba en la Policía Nacional, ahí estuve. Ahí había muchos reos. Había bastante gente, no hablábamos entre nosotros porque nos comprometíamos. Vi a un muchacho que se llama Alejandro Gómez Montano, que fue compañero mío en la universidad, completamente destrozado. El pelo era pegado, tenía meses de estar aislado quizás, porque el pelo lo tenía pegado, estaba descalzo, no tenía zapatos, la camisa la tenía rota, la barba la tenía crecida. Obviamente a ese lo habían tenido a saber a dónde. Yo lo conocí pero lo no hablé precisamente porque me comprometía yo mismo y lo comprometía a él. Yo me quedé callado cuand-- "Coño, Alejandro Gómez Montano, y me quedé callado. Al tercer día me pasaron a los sótanos. Los sótanos es la cosa más terrible que hay, es precisamente donde asesinan a la gente, porque los sótanos son cerrados. Ahí nadie te va a encontrar y nadie te va a escuchar. Los sótanos de la Policía Nacional en El Salvador son en realidad el lugar donde asesinan a la gente, allí es donde lo van a asesinar, entonces me llevaron. Yo estaba seguro que me iban a matar porque es oscuro, completamente cerrado, aislado, el lugar exacto para asesinar a la gente. Así está hecho el lugar, para asesinar a la gente. Allí estuve. Es underground, subterráneo y creo que estuve más o menos como día y medio, dos días quizás. Al segundo día llegó el guardia y me sacó. A mí y a los que iban ahí nos sacaron y nos llevaron para arriba. Entonces cometieron un error grave, se les olvidó que me habían sacado y me habían puesto allá arriba porque cuando yo estaba allá arriba llegó la Cruz Roja. "¿Usted qué está haciendo aquí?", me dijo, "No, si aquí yo he estado". "No", me dijo. "Hace dos días vinimos a buscarlo y no lo hallamos". Pues sí, me habían llevado para allá abajo, me sacaron para que la Cruz Roja no me encontrara, pero pues se les olvidó. Entonces, como se les olvidó, el hombre me encontró. "No, aquí he estado", le dije yo. "No, tu familia te anda buscando", me dice, "Sí", le digo, "Pero aquí he estado siempre". Entonces eso me permitió a mí demostrar posteriormente en un juicio que efectivamente había estado detenido en la Policía Nacional. Entrevistador: El caso contra-- ¿Cómo se llama el general? Carlos: Contra Vides Casanova y García. Lo que pasa es que yo me fui a México después de que salí de la cárcel estuve escondido un tiempo y yo estaba destrozado, la verdad. Los compañeros del FMLN llegaron a proponerme que iba a hacer, que si me quería ir a la montaña o qué pensaba hacer, que si me iba a ir al exterior. Yo les dije que realmente yo en la montaña iba a servir de estorbo, sino podía ni caminar. Entrevistador: Quedó muy herido físicamente muy- Carlos: Todo, estaba destrozado. Física y mentalmente estaba destrozado. Entonces decidí yo irme a México porque como allá había hecho la maestría, ahí iba yo a recoger unos papeles y a curarme, y ya vamos a ver qué hacía. Estando en México, mi hermana me llamó y me dijo que me viniera a Estados Unidos, a California, y yo pues me vine a ver a mi hermana a California y ya no me regresé. El juicio contra los militares se da a raíz de que el hermano de una de las monjas asesinadas en el Salvador en diciembre de 1980, él se llama Bill Ford y ella se llamaba Ita Ford. Son cuatro monjas asesinadas, cuatro religiosas, quiero decir. Entrevistador: ¿La UCA? Carlos: No, los de la UCA son los jesuitas del 19 de noviembre de 1989. A ellas las asesinaron en diciembre de 1980. Entrevistador: Fue mucho antes. Carlos: Mucho antes, sí. Bill Ford empezó a empujar por el caso este de los generales allá en El Salvador y nunca los enjuiciaron. Pasó el tiempo, Bill Ford estaba pendiente siempre de lo que había pasado en El Salvador, descubrió que el general Vides Casanova, que era el jefe de los guardias que asesinaron a su hermana, estaba viviendo aquí en Florida y el general García que también tenía responsabilidad en la matanza de los civiles, que había sido Ministro de Defensa, también estaba viviendo aquí en Florida. Entrevistador: Huyeron. Carlos: Ellos estaban aquí. Bill Ford los encontró y les hizo un juicio. En el juicio que Bill Ford hizo contra los generales, como los encontraron no responsables, el jurado dijo que ellos no tenían responsabilidad, entonces seguimos nosotros. Somos tres, Juan Romagosa, Neris González y yo. Nosotros acusamos a los generales García y Vides Casanova de ser responsables de los que nos pasó a nosotros. Te quiero contar una cosa, por el hecho de que los familiares de las monjas perdieron el caso, nosotros ganamos, porque nosotros lo que hicimos fue revisar los errores que cometió la familia de la monja. Que por qué el jurado no pudo entender de que los generales realmente eran responsables, porque los generales eran responsables. Lo que se hizo fue que se cambió la táctica a decir que los generales eran responsables bajo la doctrina militar de la responsabilidad en la cadena de comando, que dice que si tú eres comandante militar eres también responsable de lo que hagan tus subordinados, tú eres responsable. Tú das la orden, la orden baja vertical, se cumplen después de que cumplen, se suben así y llegan hasta cualquier cosa que-- Si tú eres comandante militar tienes que saber o haber sabido que tus subalternos estaban cometiendo un crimen, y si no castigaste, y si no despediste a nadie y si no investigaste, tú eres responsable. Así es la cosa. Entrevistador: Por ser el- Carlos: El comandante, tú eres responsable. Si tú no castigas, si tú no investigas, si tú no despides a nadie, tú eres responsable, porque tú no has investigado. Al final, en julio del 2002, después de cinco semanas de hacer un juicio en West Palm Beach, Florida, los generales fueron encontrados responsables de lo que nos pasó a tres personas, a Neri González, a Juan Romagosa y a mí, en un juicio civil. Los condenaron a pagar 56 millones de dólares. No, nunca conseguimos la plata porque al final de cuentas, la plata la tenían escondida, pero nosotros nunca hicimos el juicio por dinero. Yo por lo menos, nunca tuve intención de recoger un centavo. Lo más importante de ese juicio es que dignifica a la víctima, nos devuelve la dignidad y nos sentimos reivindicados. Entrevistador: Se reconoce que esto ocurrió, que no fue algo que el Gobierno dice que no fue como- Carlos: ¿Sabes qué es lo que pasa? Que al final, el hecho de que tú estés en una corte y que te escuchen, eso es importante para la víctima, porque normalmente te han dicho de que eres mentiroso. "Eh, no es cierto, eso es mentira", "Nunca lo torturaron", a mí me dijeron muchas veces porque yo hablo en la radio. Justo estaba hablando en la radio, eso es común en mí, yo hablo en la radio, voy a la conferencia y mucha gente me ha dicho, "Usted es mentiroso", "A usted nunca le pasó nada", "Eso no es cierto", "Usted lo que anda buscando es protagonismo". Entrevistador: ¿La gente le sigue diciendo eso? Carlos: El hecho de que yo tenga documentos, que estuve detenido, que estuve secuestrado, eso es importantísimo porque en el libro que yo he escrito, en el libro que yo acabo de terminar y que me lo van a publicar hoy el 28 de marzo. Parece ser que al final la balanza del juicio se decide porque yo tengo papeles, que yo tengo pruebas de que efectivamente yo estuve secuestrado. Yo tengo pruebas, una carta de un militar que dijo que yo estaba detenido, que se la manda al rector de la Universidad donde acepta que efectivamente yo estaba detenido y la carta de la Cruz Roja, que me encontraron allá en la policía. Parece ser que eso al final es lo que realmente hace ver al jurado que efectivamente ninguno de nosotros tres-- Los otros no están mintiendo, ellos están diciendo la verdad, lo que pasa es que no tienen pruebas. Yo cuento la verdad, y además, tengo pruebas. Eso parece ser que fue lo que le dio la vuelta al juicio y los generales fueron condenados. De eso pasó de que renuncié a mi trabajo de maestro que yo tenía en San Francisco, yo era maestro de Ciencias en high school. Seguí enseñando un año más, luego renuncié y me dediqué definitivamente a la lucha contra la impunidad y la tortura. Me quedé a hacer trabajitos así en la escuela, temporales, y me dediqué a la lucha contra la impunidad y la tortura. Aquí, entre otros salvadoreños sobrevivientes de tortura, fundamos precisamente la organización Stop Impunity Project, que yo soy el director ejecutivo. Después de que yo trabajo aquí, hago giras, me voy a Suramérica, me voy a Centroamérica, me voy a Asia, me voy a Europa, me he dado cuenta que realmente mi trabajo y mi presencia en El Salvador es fundamental, es importante. Más que todo ahora yo trabajo en El Salvador. Entrevistador: ¿Por qué? ¿Por qué es fundamental en El Salvador? Carlos: Porque nunca han habido juicios en El Salvador, nunca han habido juicios. Los juicios son tan importantes porque allí es donde se decide qué es lo que se puede hacer y qué es lo que no se puede hacer, en un juicio se decide qué es lo que es aceptable y qué es lo que no es aceptable, en el juicio. Mientras no haya habido un juicio, no se sabe. Nadie tiene ese parámetro, por ejemplo, la matanza del Mozote, llegaron a asesinar mil gentes, civiles desarmados, eso no es aceptable. Entrevistador: ¿En Morazán, no? Carlos: En Morazán. ¿Quién lo ha dicho? Nadie, porque todavía no se han enjuiciado los responsables, el día del juicio, en el juicio se va a determinar que una masacre de mil campesinos indefensos, desarmados, no se pueden asesinar. Que a los que hayan cometido esa barbarie se les tiene que condenar, y se les va a condenar, pero eso es con los juicios. Mientras no tengamos juicios, hay una impunidad absoluta. Para mí ir a El Salvador, a trabajar en El Salvador importantísimo por muchas cosas. Primero, porque nunca ha habido juicio, y yo ya hice juicios, yo ya gané un juicio. La otra cosa es de que el hecho que yo soy ahorita defensor de los Derechos Humanos, y que he participado a nivel mundial en muchas actividades, me ha permitido ganar experiencias como por ejemplo, ver los museos. Yo estoy impulsando el Museo de la Memoria Histórica en El Salvador, que es mi trabajo, eso lo estoy impulsando yo, porque yo he visto Museos de Memoria Histórica en muchos países, en Paraguay, en Uruguay, en Argentina, en Chile, en Perú, en Cambodia, aquí mismo el Museo del Holocausto, entonces se puede hacer en El Salvador. Es cuestión de que alguien ponga los medios, la energía, el trabajo, El Salvador para mí es importante por muchas razones. Primero, porque nunca han habido juicio. Segundo, porque según mi criterio y mi punto de vista, la impunidad es uno de los mayores soportes que tiene la tortura, y mientras no se elimine la impunidad se va a seguir torturando, porque una persona que roba y no la castigas vuelve a robar, si mata y no lo castigas, vuelve a matar, y los que torturan, si no los castigan, van a volver a torturar. Es importante que en El Salvador mi trabajo sea conocido y otra vez allá también, no solamente porque yo gané el juicio, sino porque efectivamente en toda mi experiencia que he desarrollado, yo soy capaz de organizar un montón de cosas que allá no pueden todavía porque no tienen la experiencia que tengo yo. En eso estoy yo ahorita en El Salvador, me voy para allá, estoy trabajando, voy tres, cuatro meses, luego me regreso. Trabajo aquí, ya sea dando conferencias o dando clases, luego voy nuevamente a El Salvador, siempre estoy participando en lo que ahora es mi vida, la lucha contra la impunidad y contra la tortura. Entrevistador: Acabas de regresar de El Salvador, estuvo ahí una semana, ¿qué hizo esa semana ahí que andaba--? Carlos: Hice muchas cosas, en primer lugar aquí en Estados Unidos yo hice un evento para recoger fondos para ayudar a la organización Pro-Búsqueda, Pro-Búsqueda es una organización que busca a los niños que los militares vendieron, los militares tenían un network de secuestrar a los niños y los vendían, les daban $ 8.000 por cada niño durante la guerra, muchos de esos niños, Pro-Búsqueda en su ardua labor y su trabajo de investigación, de aproximadamente 800 denuncias han encontrado alrededor de 400. A raíz de que en este momentito la Corte Suprema de Justicia, finalmente va a dar un fallo que la Ley de Amnistía que le dieron a los militares, los cubría y les daba impunidad, en este momentito la Sala Constitucional de la Corte Suprema va a modificar la Ley de Amnistía para que los militares que violaron los Derechos Humanos sean enjuiciados. En base en ese cuadro hubo un ataque a Pro-Búsqueda, todos los archivos que ellos tenían de los familiares, de los casos, del DNA, y todo eso, llegó un grupo de cuatro hombres e incendiaron la oficinas. Se metieron e incendiaron, y se robaron las computadoras, el ataque fue estilo militar porque tenían todo cuadriculado de lo que iban a hacer. No quemaron los archivos administrativos, quemaron lo que tenían que quemar, eran los documentos comprometedores, documentos que comprometen a los militares en el secuestro de los niños. Yo hice una recaudación de fondos para Pro-Búsqueda, les recogí plata, yo les llevé la plata a Pro-Búsqueda, llevé computadoras donadas, me donaron cuatro computadoras laptops, me donaron printer, yo me lo llevé para El Salvador y lo fui a entregar. Fui a participar en un programa de denuncia que hay allá con el periódico digital Contrapunto, ellos tienen un programa de televisión, fui a participar, hice un programa con ellos. Fui a hablar con el Procurador de Derechos Humanos porque a mí me interesa mucho un trabajo especial que están haciendo con respecto a la Escuela de Derecho Humanos, y a mí me gustaría participar en eso. Fui a hablar con los compañeros de COPES, que son los prisioneros políticos, hablar con ellos, a participar, a juntarme con ellos para que ellos me cuenten cuáles son los proyectos que tienen y para que me puedan envolver en los proyectos que ya tienen ellos, ya me envolví, cuando yo vuelva a El Salvador voy a llegar a participar con ellos en unas actividades que tienen. También fui a la cuestión del libro, a terminar de afinar la impresión del libro, y la publicación del libro que quedó para el 28 de marzo. Fui también a votar, porque había que votar, fui a votar por el frente. También fui a juntarme con otra gente que son de la comunidad gay, la comunidad gay en El Salvador está completamente oprimida y reprimida de verdad, yo en alguna manera como ellos están empezando yo también les llevo a ofrecer ayuda, de lo que pueda darle alguna vez. También me fui a juntar con las personas que trabajaban en la oficina de Tutela Legal, que es donde están los archivos que el Monseñor Escobar Alas ha secuestrado, ellos hicieron otra oficina que se llama Tutela Legal María Julia Hernández, me fui a hablar con ellos, preguntarles qué estaban haciendo, cuáles son sus necesidades, y en qué manera manera yo les puedo ayudar. Los compañeros de Pro-Búsqueda están interesados en que yo aquí les ayude a hacer un tour para que ellos vengan a explicar cuál fue el daño, y cuáles fueron las razones por las que les atacaron la oficina. Te digo, yo voy a San Salvador y realmente voy a trabajar, a hacer un montón de cosas, hay tanto. Entrevistador: La lucha sigue, eso lo de su trabajo, bien se ha informado. Carlos: Ahí seguimos, como le digo a la gente, yo les digo lo mismo, "Si el Frente nos quiere ayudar, bienvenido, por supuesto, pero si no nos quieren ayudar nosotros siempre seguimos. Si gana el Frente, bueno, y si gana ARENA también, si la lucha la tenemos que hacer siempre, la lucha es la lucha, no importa quién este, nosotros vamos a tener que ir luchando por las cosas que nosotros necesitamos hacer". En ese sentido de que yo voy a San Salvador, y como llevo también esa determinación, como te repito, el hecho de que yo haya vivido en el exterior, haya viajado tanto y tenga tanta experiencia en la defensa de los Derechos Humanos, también a los compañeros en alguna medida oriento la lucha, yo debo orientar un poco, "Esto es lo que puede hacer, esto es lo que-- Etcétera". Para mí es importante el hecho de que en El Salvador existan las posibilidades de hacer un Museo de la Memoria, yo creo que después del libro que ya lo van a publicar y después de que el museo este instalado, o por lo menos que se vea que están instalados, yo creo que hasta ahí voy a estar completamente satisfecho de lo que yo hago. Porque una de las cosas que yo puedo contar y puedo decir es de que es difícil hablar de la tortura, es muy difícil, porque la tortura está hecha precisamente para robarte la dignidad. Es difícil, después de que uno queda torturado, está hecha precisamente para que tú no quieras hablar de eso y sienten vergüenza, o que te sientas culpable, por ejemplo. Hay gente que las torturaron, y deciden no hablar, se quedan callados, algunos tienen problemas de violencia, tienen problemas de uso excesivo de alcohol o de drogas, tienen ataques de insomnio, tienen ataques de tristeza, tienen problemas psicológicos y no saben qué es, pero es precisamente porque se han quedado callados. Hay otros que cuentan su historia, hay otros que está bien, finalmente son capaces de contar su historia y cuentan su historia, y está bien. Pero están los otros, los que no solamente cuentan la historia, sino que se hacen activistas, yo soy de ellos, yo me hice activista. Entrevistador: ¿Una cosa más que quiera agregar? Carlos: Yo creo que es importante hacer notar que desde mi punto de vista en la historia salvadoreña, lo que ha existido es una oligarquía miope, estúpida hasta cierta medida, una oligarquía incapaz de darse cuenta de que el acumular tanto en realidad a largo plazo no es conveniente. Una oligarquía que no pudieron ser suficientemente inteligentes para darse cuenta de que a través del uso excesivo de la represión, lo que estaban haciendo realmente era generar un descontento para que la gente se organizara y posteriormente luchará contra ellos. Yo soy testigo de que en El Salvador, por lo menos en lo que yo he vivido, en El Salvador la gente se organiza para defenderse, porque durante los 60's y 70's si había una huelga de obreros, por ejemplo, en una fábrica, los obreros demandaban mejores salarios o mejores condiciones de trabajo y los dueños de la fábrica, la respuesta era mandar el ejército. Llegaba el ejército, mataban cuatro o cinco personas, apaleaban a la demás gente y ahí se acababa todo. La gente se cansó y empezaron a organizarse. La forma de organizarse fue, "Esto no es correcto. Ellos vienen, estamos aquí pacíficos, desarmados, vienen y nos atacan, y nosotros no tenemos ni siquiera un palo con que responder". Empezaron a conseguir armas y ese es el origen de la lucha armada en El Salvador y no es otro. Ahí no es Fidel Castro, ni la Unión Soviética, ni nada. Ahí es el hecho de la injusticia tan grave que había en El Salvador, que la pobreza era extrema y la represión mayor. Cuando tú combinas pobreza y represión, lo que estás haciendo es que estás estás creando las condiciones para que la gente se arme y luche, porque no queda otro camino. Yo sigo creyendo que cuando en el 2009 el FMLN derrotó al partido de derecha ARENA, yo creo que esa vez se derrotó a una de las derechas más conservadoras de América Latina, gente que pudieron, a través de muchos años, desarrollar un pensamiento fascista de derecha, profundo. Por eso, los ricos salvadoreños son tan extremadamente cavernícolas en su pensamiento anticomunista, porque ellos tuvieron tiempo de irse desarrollando y consolidarse como una derecha fascista profunda. Yo creo que la oligarquía salvadoreña perdió las oportunidades de poder haber tenido un desarrollo si no pacífico, por lo menos ordenado. Por ejemplo, yo soy creyente de que en 1972, que la oposición ganó las elecciones, la oligarquía salvadoreña hubiera permitido en ese año que el ganador fungiera como presidente, pero decidieron hacer un fraude, decidieron ellos mismos poner al candidato militar como ganador, aunque él no había ganado y lo vuelven a repetir en el 77. En el 77 vuelven a perder las elecciones y vuelven a poner al candidato militar que ellos tenían. Yo creo que en ese sentido es que, sigo creyendo que la burguesía y la oligarquía salvadoreños han sido miopes. No han podido tener suficientemente inteligencia para darse cuenta de que no es a través de la represión y de mantener a la gente en niveles tan miserables como realmente se logran obtener una riqueza, porque en este momentito la acumulación de riqueza en El Salvador es tan grave que ya no son 14 familias como habían antes, hoy son creo que 40 o 45 multimillonarios, en un país miserable. Yo sigo creyendo que si vamos a tratar de explicar algunas cosas en lo que es la historia salvadoreña y lo que pasó durante la revolución y las razones por las que la gente se subleva, es precisamente el hecho de que los niveles de pobreza eran extremos y los niveles de represión mayores. Eso sí que es una fórmula para que la gente se subleve. La otra cosa es de que, cuando la gente rica en El Salvador pierden el poder durante las elecciones del 2009, en realidad, ellos estaban convencidos que les habían robado algo que era de ellos. La administración del estado. Si el estado ha sido de ellos desde que El Salvador dejó de ser colonia de España, desde entonces el estado les pertenece a ellos. La tierra, el agua, los ríos, los bosques, las montañas, todo es de ellos, todo. Cuando pierden las elecciones en 2009, con Mauricio Funes y el FMLN, ellos están convencidos que les han robado, que les han quitado lo que es de ellos por naturaleza, por derecho propio. Es que no creían y todavía quieren volver otra vez, porque esa es la lucha que tienen ahorita, que quieren volver otra vez a gobernar, a administrar el estado. Sí, porque el estado de ellos, todo. Todos los que han sido presidentes en El Salvador, todos son las familias más ricas de El Salvador. Todos, Quiñonez, Melendez, Álvarez, todos. Todos los que han sido presidentes, todos son ricos. Claro, sí, se lucraron, saquearon al estado. Te digo, si hay que explicar de alguna manera lo que ha pasado en El Salvador es precisamente los niveles de pobreza tan profundos que han habido, que es tremendo y yo creo que en la medida que el FMLN entienda, porque el que no entiende ahorita es el FMLN, que la práctica de la democracia es también aceptar las otras instituciones. Creo que en esa medida vamos a caminar. Quiero terminar contándote esto. En 1983 los partidos tradicionales salvadoreños ARENA, PCN, PDC, etcétera, se juntaron en un pueblo que se llama Panenka. Allí decidieron ellos, en un acuerdo entre partidos, que en la Constitución que iban a inscribir dentro de unos meses eran los partidos políticos los que iban a administrar el estado, que eran los partidos políticos los que iban a poner los diputados, los presidentes, los magistrados, etcétera. Que en El Salvador decidieron ellos los partidos políticos que iban a gobernar el país. Lo que les falló, lo que no se dieron cuenta es de que, el grupo armado que estaba en la montaña, que era un grupito chiquito, eventualmente podía ser partido político y no sólo eso, eventualmente podía llegar al poder. Ahora que el FMLN se convierte en partido político y no sólo eso, sino que también llega al poder, todo lo que ellos escribieron a favor de ellos mismos les favorece al Frente y, ¿el Frente quiere cambiar las reglas? No, ellos no las quieren cambiar, porque a ellos les favorece. Ellos no las quieren cambiar. No, así está bien, porque ellos mismos escribieron que los partidos políticos iban a gobernar y ahora al Frente le conviene absolutamente. El Frente rehúsa cambiar las reglas del juego, porque ahora todo le conviene a ellos, todito. No quieren cambiarla, y se les pide. Yo, que voto por el Frente, aunque no soy militante del Frente. Yo voto por el Frente, pero no soy militante. Yo hago una crítica. Yo tengo un voto crítico. "Yo voy a votar por ustedes, pero acuérdense que también aquí hay cosas que tienen que arreglar". Por ejemplo, el FMLN como dirigencia está atacando de manera frontal a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y eso no tiene que ser así. A ellos los tienen que dar legislar, los magistrados tienen que interpretar la Constitución y ese es negocio de ellos. Lo que tenemos que hacer es definitivamente aceptar lo que la Sala de Constitucional diga, nos guste o no nos guste. En la medida que el Frente entienda que tiene que ceder parte de sus privilegios, creo que en esa medida si vamos a poder caminar y creo bastante, porque te digo, las organizaciones en El Salvador son fuertes. La organización de Derechos Humanos, la sociedad civil, son muy fuertes y sobretodo la organización que más esperanza me da también, por la forma en que están organizados, es la antiminería. El movimiento de antiminas es fuerte en El Salvador y es que es un país como El Salvador no pueden haber minas, hombre. Es que es imposible. Una escupida de país de este porte y contaminada con una mina el río principal que es el Lempa, se acabó el país. Se acabó, sencillamente. La minería no es para un país como El Salvador, quizás sea para Perú, ¿quién sabe? Yo dudo, pero vamos, que sea para Perú o para Chile, o para quien sea, pero para El Salvador no. El Salvador es un paisito chiquito donde la mina contamina completamente. Creo que por ahí, más o menos va. Entrevistador: Señor Mauricio, muchas gracias por todo. Carlos: ¿Cuánto nos tomó? Casi una hora y media. No, una hora. A las 2:30 PM empezamos, ¿a qué hora empezamos?