Speaker 1: ARPAS y el Museo de la Palabra y la Imagen, presentan, Tejiendo La Memoria. Speaker 2: Puesiesque Salarrué y sus nietas. Speaker 3: Me encantó ese mundo y todo eso. Me trae tantos recuerdos de la infancia, me emociono cada vez que vengo a El Salvador y veo todo esto. Speaker 2: Sentadas en la sala del archivo histórico del Museo de la Palabra y la Imagen, Selva y Maya, las dos nietas de Salarrué, hacen un viaje en el tiempo entre los documentos del legado que el museo conserva y difunde desde el año 2003. Speaker 3: Me parece maravilloso. Todo esto estaría ya podrido, quién sabe. Ya no existiría, yo creo, si no lo hubieran rescatado. Speaker 4: De visita en El Salvador, desde México, con una sonrisa que trasmite serenidad, Selva y Maya, nos hacen descubrir los mundos de Salarrué a través de sus ojos. Descendientes del linaje de El Sagatara de Cuscatlán. Speaker 3: Hay muchas cosas. Cuando se embarazó mi mamá, cuando se embarazó de mí, cuando se embarazó de ella, cuando yo nací, con mis primeras palabras. Oye, es de una riqueza enorme todo esto. Speaker 2: Salarrué tuvo una familia formidable junto a Zélie Lardé y sus tres hijas, Olga, Maya y Aída. Speaker 4: Selva y Maya son hijas de Aída, la menor, quien se casó con un mexicano y emigra en los años 50 a la capital mexicana con sus dos hijas pequeñas. Speaker 3: La vez pasada que vine se me removió el tapete mucho más. Ahorita es menos porque ya estuve hace dos años aquí. Sí, realmente me solté llorando cuando llegué a la casa de mis abuelos. Fue así como que me volvió el mundo y la infancia, el pasado se me cayó encima. Speaker 2: Selva y Maya son herederas de la Estrella de Mar, esa estrella que conformó la familia Salarrué. Esa que con cinco puntas significa la personalidad de cada uno. Speaker 4: Viviendo en medio de artistas, en su amado Cuscatlán, Selva y Maya fueron influenciadas por sus abuelos y sus tías. Ese mundo de ensueño y realidad se reflejó en su talento y amor a la pintura, a la belleza, a la verdad y a la justicia. Speaker 2: Ellas viven y trabajan en México. Con gran habilidad dibujan y pintan retablos, los cuales son recreaciones religiosas que tradicionalmente nuestros pueblos en su imaginario, representan milagros concedidos. Si quiere saber más sobre Selva y Maya, vista su sitio en Internet, www.retableros.blogspot.com. Speaker 4: Selva, de su abuelo recuerda la parte más humana, la que no se lee en los libros de la escuela. Speaker 3: A nosotros nos tocó, así como poco, en realidad. Speaker 5: Le gustaba mucho repartirle dulces a los niños. Compraba muchos dulces y luego, en el carro les iba repartiendo y todos iban corriendo. "Buenos días, don Salvador. Buenos días, don Salvador", extendían sus manos y ahí le ponían sus dulces. Sí, fue cariñoso con los niños. Speaker 3: Cuando no tenía dinero para comprar dulces, hacía heladitos. Speaker 5: Sí, lo que fuera. Speaker 3: Los hielitos de las cosas para hacer hielo, le ponía algún sabor, hacía heladitos. Les ponía, no sé, palitos-- No, así nada más y ya se los repartía a todos los niños. Speaker 2: Los niños le amaron y él amó a los niños. Es por eso que dedicó su obra Cuentos de Cipotes a ellos y ellas. Escuchemos este cuento. Narrador: El Cuento del Gato Sepultura y la Picandinga. Puesiesque en un taburete estaba sentada la niña Fenicia haciendo cigarros de tabaco y el Gato Sepultura llegó cerquita y dijo pensando,"Yo me sobo en las canillas hediondas de la niña Fenicia, en primer lugar, porque me pica el lomo y en segunda instancia, porque las pulgas mucho friegan". Se vino disimulando y, tas, se dio un sobón, y, tas, se dio otro de ida y vuelta en regresón con zumba rumba de panal en la laringe sin corbata. La niña Fenicia solo le tiró una patada con el botín y le dijo, "Quitate Sepultura, infeliz, ya me tenés hastiada de tanto sobón, como que si fueras trapo lustrador o navejabarba que se está asentado en mí. El gato solo volteó a mirar y le dijo, "Me hago", y ella vino y le dijo, "No, no, no te hagás". Si no que prendió un cigarro, le dio un chupete de humo y se levantó para ir a cosechar con la escoba todos los escarmientos que cayeron de las gallinas en el suelo debajo de donde duermen con gallo. Y el gato dijo, "Yo quizá me voy a ir detrás por si me viene menester rascarme otra vuelta mi lomo en las canillas". La iba siguiendo y cuando estaba barriendo el titilgüite, dijo el gato. "Por si me picara más después, me voy a rascar de una vez". Hasta en verso le salió chiripazo y, zas, se sobó, pero como la niña Fenicia iba barriendo con pasitos, se enredó en él y dio un guardafancaso que simasito se da con la mollera en la pared, entonces bien brava agarró a escobazos a Sepultura, que salió arando los corredores, y se fue a esconder en su albañal que se tenía hallado para estar solito y siacabuche. [música] Speaker 1: ARPAS y el Museo de la Palabra y la Imagen, presentaron, Tejiendo La Memoria.