[música] Presentador: Arpas y el Museo de la Palabra y la Imagen presentan Tejiendo la Memoria. Narradora: Monseñor Romero y la amistad. Monseñor Romero: Desde aquí somos la luz que Cristo ha encendido en el mundo para iluminar las realidades de nuestro ambiente. Narradora: Monseñor Óscar Arnulfo Romero siempre está en la memoria del pueblo salvadoreño, en hombres y mujeres a quienes mostró al ser humano, amigo y al líder espiritual, quien se convertiría en la voz de los sin voz. Narrador: Santos Delmi, viuda de Cabrera, se alegró después de que su hijo le contó que el Museo de la Palabra y la Imagen abriría en marzo una exposición llamada Monseñor Romero vive. Treinta años después de su martirio, su espíritu se iluminó y llenó del recuerdo. Santos Delmi: Lo conocí por medio de mi esposo, porque él fue seminarista. Ya le faltaba poquito y le decía, "Monseñor, yo ya no quiero ser mal sacerdote. A mí me gustan ya las muchachas". Eso era canto de él cada vez. Un día le dijo, "Dejá la sotana, se la regalás a fulano de tal y te retirás". Narradora: Después de eso, ese joven se retiró del Seminario San José de la Montaña y se casó con Santos Delmi, pero Monseñor continuó su amistad con él y con la joven. Monseñor Romero los visitaba cuando andaba por la populosa colonia Zacamil, al norte de la Universidad de El Salvador, en la capital, cuando vivían en uno de esos edificios en los años 70. Santos Delmi: Él tenía una gran confianza con Monseñor, que todo le contaba. Ahí se llegaba a sentarme en una haragana. Tenía una haragana. Usted lo veía guindado en una haragana, allí se sentaba él y una perrita andaba por toda la sotana. "Monseñor, esta perrita". "Le gusta mi tufito de mi sotana". [ríe] Narrador: Monseñor les apoyó con un préstamo para que adquirieran una casa en la Colonia Universitaria Norte. Santos Delmi: Llegaba a las Multi. Allí llegó muchas veces. Nos sentábamos ahí porque había fresquito. Ahí ya nos fuimos para allá y me decía él que el cuartito que estaba por último era de él para cuando estuviera viejito. Narradora: La familia Cabrera eran muy católicos y asistían a las misas que monseñor Romero daba. Tenían una cercana amistad a él, quien llegaba a esa casa sencilla y tenía un lugar en la mesa. Santos Delmi: Me ofrecí a ayudarle a hacer cualquier cosa, "¿En qué le puedo ayudar, Monseñor?". Fue cuando me dijo él de la sotana. "¿Por qué no me lavas la sotana blanca?". "Cómo no, Monseñor, con mucho gusto", le dije. Todas las semanas me llevaba él una sotana para qué yo se la lavara. Así fue que yo lo conocí. Narrador: En aquella casa, cerca de la universidad, Monseñor entrega una valiosa cajita. Santos Delmi: Viene él un día y llega ya algo tarde. Yo vi que llevaba enrollada la cajita. Me dijo, "Fíjate que yo te traigo una cosa, pero quiero que me la cuides bien". "¿Qué es, Monseñor?", le dije yo. Yo creía que era alguna cosa de valor. Yo le digo, "¿Es una cosa de valor?". "Sí, es de valor", me dijo él. "Estas son fotos, fijate, pero solo aquí en tu casa pueden estar bien. Me las vas a guardar". "Sí, Monseñor, yo se las voy a guardar y aquí nadie se las va a tocar", le dije. Narradora: Las fotos pasaron muchos años guardadas en un cofre. Cientos de diapositivas, fotografías inéditas, momentos detenidos en el tiempo. El último recuerdo que Monseñor le dejó. Ella guardó silencio, nunca le contó a nadie. Narrador: Después del vil asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero aquel atardecer del 24 de marzo de 1980, la tristeza invadió todo. La guerra civil se tejía en el horizonte cercano. En los caminos, montañas, calles y barrios, todo cambiaba en la ciudad. Santos Delmi conservó el tesoro de monseñor Romero, que después de 30 años sale a la luz. Santos Delmi: Esta vez que mi hijo leyó que iba el museo, "Mamá, fíjate que tal y tal cosa. ¿Por qué no llevas la foto de Monseñor? Nos vamos a morir y estas fotos las va a botar a saber quién". Así fue que trajimos las primeras fotos que trajimos. Son como 500. Narradora: Las fotos están ahora en el museo en vías de ser restauradas y conservadas. Imágenes que ahora formarán parte de la memoria histórica visual de El Salvador. Fotos que nos muestran a un joven Óscar Arnulfo, ya sacerdote, rodeado de niños y niñas en un patio escondido en un paisaje campesino. En otra imagen, Monseñor con los humildes, siempre con los humildes. Pronto podremos conocer estas imágenes en una próxima exposición que presentará el Museo de la Palabra y la Imagen, MUPI. La memoria desata sus hilos y los vuelve a unir. Presentador: Arpas y el Museo de la Palabra y la Imagen presentaron Tejiendo la Memoria. [música]